| domingo, 14 de diciembre de 2003 | El aporte de una testigo que derivó en detenciones por el diciembre trágico "Reconocería al policía que le tiró a Graciela entre un millón de personas" Mónica Cabrera entregó una bala extraída del cuerpo de una de las víctimas de 2001. A 24 meses, eso llevóal arresto de tres policías. "Vi morir a mi amiga. Me amenazaron, siempre dije la verdad y nadie me creía", dijo Hernán Lascano y Jorge Salum / La Capital "Nadie sabe las presiones, las amenazas que yo sufrí por haber dicho que sé quien mató a Graciela. Me decían que iba a quedar presa cinco años por falso testimonio o por entregar la bala que le saqué del cuerpo. Pero declaré porque se lo debía a ella. Porque la mataron desarmada, delante mío, por nada. Y ahora vuelvo a decir: el recuerdo del policía que le tiró está en mi cabeza como una foto. Si lo viera en una avenida entre un millón de personas, lo reconocería".
Ayer a la mañana, al rato de despertar, Mónica Cabrera leyó en La Capital que se había identificado el arma que disparó el balazo que liquidó a Graciela Acosta el 19 de diciembre de 2001, en un tumulto frente a al supermercado La Gallega de San Martín al 2400, en Villa Gobernador Gálvez, donde unas 400 personas reclamaban alimentos. Ese plomo lo había extraído de la espalda ensangrentada de su amiga, ya que cuando fue herida mortalmente estaba a su lado. Mónica demoró cuatro meses en darle esa bala al juez. "Durante ese tiempo la policía me aterrorizó con aprietes. Tuve la bala escondida en un tubito de rollo para fotos. Demoré en entregarla porque el juez no me atendía y porque tenía miedo. La primera vez que me citó, el 25 de marzo de 2002, se la dí".
El viernes pasado tres policías fueron imputados del homicidio de Graciela Acosta y quedaron detenidos. Son el suboficial principal Luis Quiroz, acusado de la autoría material de la muerte de Acosta; el hasta hoy jefe de la comisaría 29ª, comisario principal Julio José Abraham y el comisario inspector Ignacio Siffredi, jefe de aquella zona en diciembre de 2001. Fue porque una pericia de Gendarmería determinó inequívocamente que la bala homicida salió de la pistola B9-27941. Es la que porta reglamentariamente Quiroz, empleado de la 29ª.
Mañana a mediodía deberán comparecer los tres policías para ser indagados en Tribunales. El juez decidirá luego una medida importante: la rueda de personas para que la testigo clave individualice, si es posible, al responsable del disparo contra Acosta.
La determinación del juez Osvaldo Barbero de detener por homicidio a los comisarios encargados de impartir las órdenes de acción en el lugar del conflicto -el comisario Abraham estuvo presente allí al momento de la muerte de Acosta- implica por primera vez poner sobre la mesa el tema de la responsabilidad jerárquica de quienes tienen mando de tropa. "Yo creo que ahora hay un cambio político que va a permitir que se investigue hacia arriba. Todo no pasa solamente por ver quién disparó. Hay responsables de un plan", dijo la testigo.
Peluquera, de 39 años, madre de cuatro hijos, Mónica confiesa haber vivido un asedio burocrático e intimidatorio tras asistir a la muerte de Graciela. "Me mandaron cédulas para declarar en Asuntos Internos. Pero como no iba, porque primero quería hablar con el juez, me detuvieron. Me hicieron diez citaciones de la comisaría 29ª. ¡Pero para mí alguien de ahí había asesinado a Graciela! En febrero de 2002 tiraron dos tiros contra la ventana de mi casa. Desde un auto del Comando me dijeron una vez que hacía bien en no ir a declarar porque las cosas se iban a poner muy densas para mí. El secretario de Gobierno de Gálvez, de apellido Cavalieri, me llamó para decirme: «A Graciela Acosta la mataron en otro lado y la tiraron dos tipos desde una moto frente al supermercado. Plantaron el cuerpo ahí. No fueron policías. Te vas a comer mucho tiempo presa si declarás otra cosa». Pero yo nunca mentí. Me maltrataron por lo que vi. Y lo que vi fue que le pegaron un tiro a corta distancia a Graciela. Con ella de espaldas sobre el suelo, me arrodillé. Metí la mano en donde le salía tanta sangre. Era un agujero tremendo que tenía. Ella me decía: «sacame algo que me quema». Y, no sé decir cómo, me quedé con la bala en la mano", exclamó.
¿Por qué para determinar qué proyectil fue el que mató a Acosta tuvieron que transcurrir 24 meses? Cabrera le entregó el plomo al juez de la causa, Osvaldo Barbero, a cuatro meses de la muerte. En el tribunal evaluaron que la bala no tenía aspecto de haber sido disparada: era encamisada sin estrías ni abolladuras, como nueva. Pasó cerca de un año sin que nunca fuera peritada. Hasta que se hizo un examen que probó que sí había sido percutada. Fue entonces que Barbero requirió, en septiembre pasado, que se secuestraran las armas del personal que revistaba en la 29ª y en el Comando de Gálvez el día de la muerte de Acosta. En el cotejo de esa bala con las armas que hizo Gendarmería Nacional sobrevino la gran revelación.
Barbero llevaba días esperando los resultados de las pericias que encargó a la Policía Científica de la Gendarmería Nacional. La urgencia del juez -que se plasmó en oficios judiciales y llamadas telefónicas- obligó a los expertos de Gendarmería a trabajar contrareloj y full time la última semana. Las armas habían sido enviadas para el peritaje a la Capital Federal, donde estaban siendo analizadas por un solo perito, pero el apuro de Barbero hizo que se enviara desde Rosario a otro especialista con el evidente propósito de acelerar el trámite.
Los últimos contactos se produjeron a principios de la semana pasada. Al parecer, la cercanía del segundo aniversario del estallido social de diciembre de 2001 y los asesinatos, y el anuncio de manifestaciones de repudio por los escasos resultados de las investigaciones de esos crímenes, algo que evalúan desde el gobierno de Jorge Obeid hasta la propia policía, estaban presionando al juez, quien tenía claro que resuelto el caso de Claudio Pocho Lepratti, por cuyo asesinato se está enjuiciando a un policía, sólo en el de Graciela Acosta tenía chances ciertas de lograr avances significativos.
Apenas supieron que se trataba del arma que disparó la bala que mató a Acosta, desde Gendarmería se comunicaron con el comandante Ricardo Chiesa, jefe del gabinete científico de la Jefatura de la Región II, con asiento en Rosario. El viernes, a primera hora, un gendarme se presentó en la mesa de entradas del juzgado de Barbero y entregó un informe muy escueto. Allí decía cuál era el arma y prometía entregar un documento ampliado con las conclusiones de los peritos mañana lunes.
Mónica Cabrera, que es militante del Partido Comunista, siente que esa pericia le restituye el lugar de la cordura. "Siempre percibí que desconfiaban de mí. En el juzgado me preguntaron cinco veces si estaba segura de dónde había sacado la bala. Yo les dije siempre que tenía total convicción. Jamás he mentido. Otra gente que estuvo en el lugar decía que un policía de apellido Ponce le había disparado a Graciela. Una vez me dijeron que Ponce estaba en determinado lugar cubriendo un servicio. Fui a ver y su cara no era la del policía que mató a Graciela. Yo no digo cualquier cosa. Digo lo que vi". enviar nota por e-mail | | Fotos | | Mónica Cabrera, con una foto de su amiga Graciela. | | |