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 domingo, 14 de diciembre de 2003

Fantasías pioneras
Una cinta que 70 años después conoció la justicia de la historia
La exhibición en Rosario y Buenos Aires de la película “El hombre bestia”, rodada en 1934 por Camilo Zaccaria Soprani en nuestra ciudad, la posiciona como el primer filme del género fantástico en la historia de la cinematografía argentina

Orlando Verna / La Capital

La historia oficial se especializa en ser injusta y hasta en cometer errores, algunos involuntarios, otros no. A la imagen de un país macrocéfalo, con Buenos Aires como cabeza, los expertos en la cinematografía argentina han olvidado muchas veces mirar hacia todo el país para escribir sus libros de historia. Pero muchas veces la inquietud de los investigadores, la devoción de los coleccionistas y la lealtad de los cultores de género hacen milagros. Como en el caso de la revalorización de “El hombre bestia”, un filme rodado en Rosario en 1934 por Camilo Zaccaria Soprani, que por estos días fue reivindicado como la primera película nacional de cine fantástico o ciencia ficción.

  Hasta hace poco menos de un año, “Una luz en la ventana”, realización de 1942 dirigida y guionada por Manuel Romero y protagonizada por Narciso Ibáñez Menta, Juan Carlos Thorry e Irma Córdoba, estaba primera en la lista de cintas del comúnmente llamado cine de terror, aunque la reaparición en dos festivales de “El hombre bestia” merezca el replanteo de la cuestión.

  Luego de un largo olvido y tras el rescate técnico del filme, “El hombre bestia” se reestrenó el 10 de junio de 2002 en un ciclo que el Cine Club Rosario organizó con el nombre “Rosarinos en pantalla”. La publicidad de esa exhibición hizo que el programador del IV Festival de Cine Bizarro, Fantástico y de Terror Buenos Aires Rojo Sangre la incluyera en el programa como la joya de la muestra retrospectiva llamada Clásicos Nacionales.

  Y allí, en medio de una polémica que casi derrumba uno de los mitos argentinos del celuloide, se intentó zanjar la discusión, porque, claro, no hay necesidad de volver a cometer la misma equivocación.

  En un principio se creyó que “El hombre bestia” había sido filmada en 1932 y para esa época era mucho más que pionera. Era un filme sonoro que además tenía las famosas placas del cine mudo, echando por tierra con el mojón de debut del cine sonoro argentino, la película “Tango”, rodada en 1933 con la dirección de Luis José Moglia Barth y las actuaciones de Tita Merello, Libertad Lamarque y Azucena Maizani.

  Más tarde, los historiadores se repusieron de la taquicardia debido a una serie de notas periodísticas aparecidas en los diarios de Rosario, donde se indica que la filmación de este tesoro del patrimonio cultural aborigen se hizo en junio en 1934, pues en todos se habla de una producción en pleno proceso de rodaje.

  El filme narra la historia de un aviador norteamericano que después de un accidente aéreo y de pasar varios años perdido en la selva se transforma en una especie de animal. Atrapado por un científico loco que le inyecta una fórmula química de su invención, el hombre primitivo se transforma en un perseguidor de doncellas.

  “El hombre bestia” se rodó en los estudios de la productora local Prince Films y fue una producción con el entonces flamante sistema Movietone (una banda única de imagen y sonido, hoy son tres bandas separadas, con otra para efectos especiales). Mientras que los interiores fueron grabados en calle Maipú 1358, los exteriores se hicieron en el barrio de Alberdi, y se cree que en parte de las islas frente a Rosario. Por eso, el filme posee imágenes de la ribera norte de la ciudad practicamente inéditas para los investigadores.

  La Capital tuvo acceso a un cuaderno de recortes de época con referencias a “El hombre bestia” que el Encuentro Nacional de Coleccionistas de Cine, en la persona de Jorge Debiazzi, recibió de manos del hijo de uno de los actores, Saverio Yaquinto.

  La mayoría de los recortes hablan de una preproducción y una posterior realización del filme, pero ninguno habla de su estreno. Antes de ver la película, el diario La Tribuna del 12 de junio de 1934 manifiesta que la cinta “marcará sin dudas nuevos rumbos en la cinemografía argentina, ensayándose un asunto nuevo, lleno de emotividad, difícil en su realización e interpretación, con una trama novelesca que mantiene en constante expectativa”. Esos nuevos rumbos se traman “cambiando de argumento y entrando a explotar el tema internacional”, el diario se refería a “las escenas de aviación tan arriesgadas y peligrosas para pilotos y fotógrafos”.

  Por su parte, el 11 de junio de 1934 en el períodico La Acción se habla de un filme de “gran dinamismo y originalidad”. Y se abunda en detalles: “El dinamismo de sus escenas, la variedad de ambientes, las mansiones ricas, los panoramas más vastos y bellos del país, puede asegurarse que hasta la fecha nada igual se ha realizado que resulte de sabor tan nuestro”.

  Se supone que la película fue muy bien recibida en su época, pero no habría llegado a la Capital Federal, es por eso que en el Festival Buenos Aires Rojo Sangre fue presentada en calidad de “estreno”. Aunque a la excelente recepción por parte del público y la crítica especializada, de la que su director era parte, se le sumaron algunos puntos álgidos de polémica debido a la aparición en algunas secuencias de mujeres en paños menores (mallas y atuendos íntimos que tapaban más de lo que mostraban).

  Sobre este particular y en el mismo cuaderno de recortes antes mencionado hay varias notas que no tienen identificación. Entre ellas hay una que sobresale por su tinta violeta, pero que además está tachado en parte de su texto. En esa misma página hay un intento por resolver a lápiz el jeroglífico que deja el manchón. Allí se hace una mención explícita a una tal escena de tres mil años antes de Cristo —en realidad el hombre bestia en plena acción de perseguir señoritas—, mofándose del atuendo de la mujer, una prenda de seda bordada a mano, que deja ver casi en su totalidad las piernas de la víctima. Un cachetazo para la rigurosa moral de esos años.


El hacedor
Pero, ¿quién cargó sin querer con el mote de pionero del cine fantástico argentino? Camilo Zaccaria Soprani, un escritor y periodista, y más tarde cineasta, que desde los tiempos del cine mudo ejerció la función de comentarista fílmico. Soprani nació en la ciudad italiana de Piacenza, Lombardía, el 13 de abril de 1893, llegó a Rosario a los 9 años y fue a parar como pupilo al Colegio Salesiano San José, de Presidente Roca 150.

Comenzó a trabajar en periodismo el 31 de marzo de 1912 en El Tribunal de Comercio donde se retiró como redactor jefe en 1917. Ese mismo año fundó la revista “gremial” Cinema Star que duró diez años, del 29 de noviembre de 1917 al 31 de diciembre de 1927.

Las comillas sobre la palabra “gremial” son propias e intentan destacar el rol de promoción que Soprani había ejercido sobre el campo cultural de la ciudad y que se notan en el currículum redactado en la década del 60 por el luego jefe de redacción del diario La Capital, Raúl Gardelli, con un mensaje para Fernando Chao, el sucesor de Soprani en la jefatura de la sección Espectáculos del mismo diario, donde le indica con una mezcla de ironía y dignidad el lugar que ocupará el material en el diario.

Soprani fue cronista teatral y cinematográfico en radios de la ciudad y hacia 1933 se desempeñó en la misma función en el diario La Acción. Desde el 1º de mayo de 1924 formó parte del plantel de periodistas de La Capital, donde permaneció hasta 1956 cuando se jubiló como jefe del área de espectáculos. Tenía a su cargo también la producción comercial de ese espacio.

Algunas de sus obras escritas como "El querer oculto" y "Los raros" se convirtieron en puestas teatrales a través de la compañía de Alberto Ballerini en 1917 y 1918. Además escribió libros como "Cine mudo (teoría y práctica cinematográfica)" (1920); "Hollywood" (1946), presentado con el seudónimo de Atsifar Gotamenic; "El libro de los artistas" (1948); "Punto y aparte" (1953), una serie de cuentos, diálogos y monólogos; y "Cuentos y relatos musicales" (1963).

Como cineasta realizó los filmes "Mujer, tú eres la belleza" (estrenada el 24 de marzo de 1928 en el teatro La Opera, hoy Teatro El Círculo); "La leyenda del mojón" (1929); "Juan de la Cruz Cuello" (1931); y "El hombre bestia" (1934).

Además tuvo una gran participación gremial como fundador del Círculo de la Prensa y de la Asociación de Cronistas Teatrales y Cinematográficos de Rosario, como miembro activo del Sindicato Argentino de Prensa, y vicepresidente y secretario del Centro de Periodistas y Gráficos Jubilados.

El 28 de enero de 1956, día del anuncio de su retiro, en la sección del diario "De nuestra casa", se lo sugiere como un hombre "de bien, inspirado en los fervientes propósitos de realizar una crítica constructiva, valiéndose de la estimación de los componentes del gremio cinematográfico y el cariño de los compañeros de trabajo". Considerado el decano de los periodistas cinematográficos de Rosario, Camilo Zaccaria Soprani falleció el 31 de octubre de 1974.

"El hombre bestia" se hizo pública en el siglo XXI gracias al ya mencionado hijo del actor Saverio Yaquinto, oriundo de San Nicolás, y que se puso en contacto con el coleccionista Jorge Debiazzi. "La película llegó a mis manos en el formato de 35 mm. para realizar una copia en video (VHS). El problema es que el filme es altamente inflamable, porque está hecho en nitrato de plata", relató el también coordinador de los ciclos de Cine para Recordar del cine Madre Cabrini de Rosario. Y agregó: "Todo este tipo de material de aquella época es inflamable como pólvora, le arrimás una lamparita y se prende fuego".

Debiazzi había tenido experiencias anteriores y un principio de incendio en su taller. "Pedí tiempo para revisar los empalmes y la preparé en dos rollos para manipularla lo menos posible. Busqué el momento justo para hacerlo con un colaborador por cualquier problema de incendio. Así se recuperó «El hombre bestia» en video y la copia en 35 mm. todavía la tengo «viva»", acotó el coleccionista al referirse al original.

Esa copia fue la que viajó a Buenos Aires para ser presentada en el festival Rojo Sangre, del que participaron unas cuatro mil personas durante el 27 de noviembre y el 3 de diciembre de este año. Según Pablo Sapere, editor de la revista digital Quintadimension.com y programador del festival porteño, la exhibición del filme "causó mucha sorpresa, porque no es una película considerada por los libros de historia del cine argentino. Creo que es porque esta cinta fue hecha por fuera de los grandes estudios".

Sobre la reacción del público al ver esas escenas que parecen deliberadamente mal presentadas, Sapere destacó que "en muchos momentos el filme produce risas. Creo que lo hace involuntariamente. Es muy graciosa en su narrativa y las cosas pasan sin la mayor justificación".

La importancia de "El hombre bestia" y de su director, para Sapere, pasa por el momento en que fue realizada: "Es sorprendente porque en esa época el cine argentino se basaba en melodramas tangueros, y esta es tan desquiciada que causa gracia". Como una jugada del destino, las nuevas tecnologías de información pusieron en alerta a Sapere sobre la existencia de la cinta. Supo de "El hombre bestia" por internet, cuando se mostró el año pasado en Rosario. Ni el propio monstruo ni su creador, por más científico y loco que haya sido, se hubieran imaginado en los años 30 navegando por la red. Y mucho menos que mientras filmaban hacían la historia del cine rosarino, y después de casi 70 años, argentino también.

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El actor Saverio Yaquinto personificó al monstruo.

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