Educación: Proyectos que integran

Marcela Isaías / La Capital

Si bien la clase, con pizarrón y tiza sigue siendo lo más efectivo a la hora de enseñar algo tan necesario como un cálculo o la conjugación de un verbo, los espacios de aprendizajes ya no se limitan al aula. Así, las escuelas buscan estrategias no sólo para mejorar sus propuestas pedagógicas sino también para atender otras demandas que los tiempos de hoy imponen: atender nuevas formas de acercarse al conocimiento y abrir canales de comunicación con las familias.

Es entonces cuando cada escuela -según la realidad en la que le toca actuar- se sienta a diseñar cómo hacer frente a las necesidades de sus alumnos, sin abandonar la enseñanza y el aprendizaje para la que fue creada.

En este sentido, vale recordar parte de lo discutido en noviembre del año pasado, cuando los ministros de Educación de los países latinoamericanos y el Caribe se reunieron convocados por la Unesco, para evaluar propuestas de acción que mejoren la calidad educativa. Uno de los puntos acordados en ese encuentro fue el de reconocer que los cambios que se buscan "requieren un nuevo tipo de institución educativa, para que se transforme en el centro cultural más importante de la comunidad, que se abra e interactúe con ella".

Se resaltó entonces, por un lado, el valor de la participación activa de la familia en la vida escolar y, por otro, que las escuelas se muestren más flexibles y con alta capacidad de respuesta "para organizar y ejecutar sus propios proyectos respondiendo a las necesidades y diversidad de la comunidad que atienden".

Con esta idea y otras que atienden a la historia propia de cada institución, las escuelas se abren paso con distintos proyectos. Algunas con ideas que buscan responder a la problemática del mundo adolescente, otras con una mirada inclusiva de la educación, también están las que se insertan en iniciativas comunitarias y se embarcan -por ejemplo- en proyectos microemprendedores.


Una experiencia
Pero es a lo largo de cada ciclo lectivo el momento en que cada una va perfilando qué pretende como institución y qué ofrece a su comunidad. En esta idea se inscribe la experiencia iniciada este año por la Escuela Nº103 Roque Saénz Peña de Rosario (ubicada en Catamarca y Sarmiento). "Encaramos un proyecto educativo diferente, que atiende a la diversidad", dicen sus docentes.

Tal como relatan, este año se dieron un plan de acción dispuesto a revitalizar la vida institucional. De esta manera surgió una iniciativa que une el espacio curricular con talleres de juego, expresión y aprendizaje. Es decir, por la mañana toman clases como en cualquier otra escuela y por la tarde (a partir de las 13 y hasta las 16), con carácter optativo, los chicos participan de distintos talleres: de folclore, audiovisual, ecología, ajedrez, literario, ludoteca o periodismo, por citar sólo algunos de ellos.

La coordinación de cada taller corre por cuenta de los propios docentes, pero también de profesionales que se participan gracias a convenios alcanzados con organismos públicos, como la Universidad Nacional de Rosario. También se ponen en práctica (tanto a la mañana como a la tarde) gabinetes de apoyo para atender a los niños con dificultades en el aprendizaje.

"Lo bueno es que cada taller se programa por cuatrimestre, por lo que los chicos pueden alternar en distintos espacios según sea su interés", agregan las docentes. El proyecto de la Escuela Nº103 cuenta con la aprobación del Ministerio de Educación de la provincia de Santa Fe, también con la bienvenida de los padres, que ven una alternativa para sus hijos en las horas que no concurren a clases.

La escuela Saénz Peña recibe, a diferencia de otras, a niños desde el jardín de 4 años y extiende su enseñanza hasta el 7º de la EGB. "En cada caso, se busca poner en práctica la idea del aprendizaje significativo", resaltan otra vez las educadoras. Es que según entienden a partir de los resultados analizados, luego de casi un año de trabajo con esta modalidad, "los chicos pueden crear desde otro ángulo, desde la mirada expresiva la cual también es un complemento de lo que se enseña en el aula".

El saldo positivo también corre para el lado familiar. "Se crean nuevos lazos, porque los padres también se integran", explican e inmediatamente citan el ejemplo de aquellos que ofrecen un tiempo de su profesión para trabajar en alguno de los talleres. "Se trata de una propuesta pedagógica integral que pretende mejorar los logros de los alumnos, pero también crear un acercamiento participativo entre familia y escuela. Claro está que con valores compartidos", concluyen las educadoras.

Las escuelas buscan nuevas formas de conocer.