 | lunes, 06 de octubre de 2003 | Cuando la música hace bien Profesionales de la UNR enseñan instrumentos a los chicos del asentamiento ubicado detrás de La Siberia. Vibrato es un programa que canaliza la acción social por medio de la música, orientado a chicos y adolescentes de condiciones humildes. Un trabajo de características únicas y sin precedentes en toda la provincia de Santa Fe, cuyo modelo de referencia se encuentra en el Programa de Cuerdas del Harlem (USA) y en el Programa de Orquestas Sinfónicas de Venezuela. Por medio de este sistema educacional más de sesenta chicos de los asentamientos de la Siberia encuentran un lugar de contención, de expresión y sobre todo, una futura profesión.
Este singular método comenzó a aplicarse en el 2001 cuando médicos, psicólogos, trabajadores sociales, profesores de música y estudiantes de la Universidad Nacional de Rosario comenzaron a trabajar en las Escuelas 57, Juana Blanco y Juan Bautista Alberdi, situadas en las inmediaciones de Pasco al 400. "Al principio los chicos se mostraban reticentes a incorporar música clásica o canciones de Promúsica, ahora se pelean por ejecutar las obras", recordó Derna Isla, una de las profesoras de Vibrato.
El objetivo a corto plazo era que los chicos después de almorzar en el comedor se quedaran en la escuela para aprender a ejecutar violín, violonchelo y flauta dulce y traversa. Pero además, reducir el tiempo de permanencia en la calle; con la exposición a la violencia, el trabajo y la peligrosa cercanía con las drogas que ello implica. Isla aseguró que con este método "se les da una inserción social real y paulatinamente se los suma a tareas docentes como instructores o ayudantes" y además está convencida de que un futuro mejor es posible."No creo que podamos cambiar la vida de un chico, pero el día si, la semana también y el mes; y mes a mes y año a año, quien no dice que se haga un giro en la realidad de ese chico".
La preparación musical es de altísimo nivel, los chicos no sólo aprenden a ejecutar el instrumento, también asisten como oyentes a las clases de la universidad, participan de distintos eventos y ya tocaron en el Teatro El Círculo. Además, gracias a Marta Varela, directora de la Escuela Universitaria de Música, fueron partícipes de una clase magistral que el violinista y pedagogo ruso Dimitris Pokras dictara en la Siberia. "El instrumento les da hábitos de estudio, disciplina y compañerismo, además, los que no están en Vibrato están cuidando los autos en la Siberia o lo que es peor, con la latita de pegamento".
La imposibilidad para disponer de más instrumentos puso a muchos alumnos en una suerte de lista de espera para incorporarse a Vibrato. Los profesionales trabajan ad honoren y además solventaron la compra de los primeros instrumentos. Recién este año recibieron algunas ayudas de personas que escuchaban de su trabajo y si bien el proyecto fue presentado ante distintas autoridades aún no recibe el respaldo económico necesario para desarrollarse con plenitud. "El principal error está en creer que carecen de la sensibilidad necesaria para adoptar este sistema", señaló Isla, quien no olvidó agradecer el respaldo que reciben desde abril de este año por parte de la Asociación Civil "Conciencia".
Las ilusiones de los chicos y docentes se centran en la concreción de la Primera Orquesta Sinfónica de Niños de Rosario y en seguir manteniendo lo que consideran un "espacio de arte para resistir, pero para resistir desde lo positivo, desde lo creativo".
Algo más que una lección de música Cuando Vibrato se enteró del trabajo que Laura Copello y otras personas realizan en el espacio de juegos del Hospital Provincial decidieron acercarse a ellos y ofrecerles su música.
En la sala de pediatría están los chicos que permanecen internados o reciben tratamientos, ellos no pueden salir del hospital por obvias razones de salud pero por suerte muchas personas están dispuestas a ayudarlos a sobrellevar sus enfermedades con alegría, música y juegos.
Quienes llevan adelante Vibrato dicen "creer en el poder de la música", y ese poder se pone de manifiesto cuando los chicos que llegaron hasta la sala principal con sus sueros o aquellos a los que los trajeron en camillas parecieron como despertarse y volvieron a sonreír. Las afecciones que no les permiten desarrollar por completo su vida de niños se minimizan cuando una ola de gorros y vinchas de goma espuma, flores, sombreros y títeres se desplegaron. Caritas ansiosas seguían atentas cada movimiento y hasta los médicos contemplaron el espectáculo.
Los chicos que menos tienen desde lo material se acercaron a los que también son carecientes de algo tan preciado como la salud, entonces la conexión quedó hecha y por un momento la tarde se volvió distinta, casi mágica, al menos para ellos, para los que saben dar teniendo tan poco y para los que reciben una cuota de alegría entre las paredes del hospital.
Clarisa Ercolano enviar nota por e-mail | | Fotos | | Los chicos disfrutaron de los juegos y la música. | | |