 | lunes, 06 de octubre de 2003 | Por una cultura de la vida y el amor Tiembla la tierra, lloran los niños un llanto que no es oído. La muerte acecha y cubre con su velo nefasto los cuerpecitos inocentes que nada saben lo que traman aquellos que ignorando su ser persona deciden por ellos. Les arrebatan sus derechos, ultrajan y destrozan sus cuerpos. Los niños sienten dolor, pero no comprenden... ¿Por qué? ¿Qué medios utilizarán para matar a los indefensos? ¿Una cureta, o cuchillo, una aspiradora, que los barre en pedazos, como si fueran basura, una inyección salina, que los envenena, y tras dos o tres horas de agonía, les quita la vida? ¿O los arrancarán de su madre, tomándolos de los pies, para clavarles, luego, unas tijeras en la nuca, mientras sus cuerpitos se agitan en vano? Al mismo nivel de los regímenes totalitarios, como lo fueron el nazismo, hoy se pretende legalizar un crimen, como lo es el aborto provocado, asesinando a miles de niños. Asimismo, el aborto seguro para la madre no existe. En los países donde el aborto es legal, las mujeres siguen muriendo por esta práctica, otras pierden su fertilidad o sufren trastornos psicológicos graves, luego de terminar con la existencia de sus hijos. En Estados Unidos, por ejemplo, informa el Centro de Control de Enfermedades que el aborto provocado es la sexta causa de muerte materna. Mostrémosles a los niños y jóvenes que la patria se engrandece cuando prevalece sobre la cultura de la muerte, la violencia y la mentira, la cultura de la vida, el amor y la verdad.
Claudia A. Ramacciotti,
docente, DNI 14.016.959 enviar nota por e-mail | | |