| domingo, 05 de octubre de 2003 | Tránsito vehicular Nuevamente, por los giros constantes que da la vida de las sociedades, el gobierno de la provincia de Santa Fe se encuentra en la misma encrucijada que lo acometió hace aproximadamente dos años. Me estoy refiriendo a la embestida que existe a nivel provincial contra los controles del tránsito vehicular por parte de los distintos estamentos del Estado. Aproximadamente a mediados del año 2001 se escucharon las mismas quejas y las mismas falsedades sobre los controles realizados. Las voces de siempre claman contra el Estado "injusto" que pretende cobrar multas a los conductores que cometen infracciones. Nuevamente las protestas -casi parecen calcadas- contra lo que esas mismas voces llaman "cazabobos", término que los usuarios repiten ante los juzgados de faltas donde concurren, posiblemente sin darse cuenta que de esa manera ellos mismos se califican de "bobos" ante la autoridad. Quienes somos usuarios de la vía pública y conductores, sabemos muy bien que el problema no son los "cazabobos". El problema son los bobos. Hay días donde no se puede salir a la calle sin estar en un estado constante de tensión nerviosa. Pocos conductores respetan la prioridad de paso, cualquiera se considera con derecho a estacionar en doble fila en cualquier lado, ante la luz verde muchas veces asistimos a la largada del gran circuito de Monza cuando en realidad estamos parados en el semáforo de calles España y San Lore nzo, y, para colmo de males, ciclistas y motociclistas se consideran casi "inmortales" a juzgar por los lugares donde circulan a contramano o sin ningún tipo de luces. Y los muertos siguen abultando las estadísticas; y los gobiernos no toman el toro por las astas, no cumplen su función. No se puede dejar librado el control del tránsito al famoso "defensor del pueblo", el cual justamente por "defender" al pueblo dice generalmente lo que el pueblo quiere escuchar, es decir, que no hay que pagar las multas. Terminemos con la farsa, no cimentemos en cadáveres un caudal de votos despreciables. Controlemos el cumplimiento de la ley por parte del Estado en el control del tránsito, pero obliguemos a los infractores a pagar las multas cometidas para que no repitan la conducta antisocial que significa no respetar las reglas del tránsito y poner así en riesgo la vida de los demás.
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