| domingo, 05 de octubre de 2003 | Manual de un perdedor Osvaldo Aguirre / La Capital "Un tal Daneri" es parte de la producción menos conocida del dibujante Alberto Breccia y el guionista Carlos Trillo. Los autores cuentan con una obra abundante y en ese marco la serie, que llegó apenas a los ocho capítulos, quedó eclipsada. Las condiciones de producción tampoco ayudaron: la historieta fue realizada de manera discontinua, siempre por encargo, entre 1974 y 1977, y luego se reeditó de manera parcial. La recopilación permite ahora una mejor comprensión.
El retorno de la infancia, la memoria inconsciente del barrio, eran elementos de trabajo para Alberto Breccia, uruguayo criado en la ciudad de Buenos Aires. "Mataderos era un barrio que se me fue metiendo muy adentro -dijo, en un reportaje-. Yo creo que en «Un tal Daneri» salió algo de lo que yo veía en esos años de juventud. Esos paredones de ladrillo, esas calles de barro, esas nubes que parecían estar al alcance de las manos".
Daneri es un personaje misterioso. Habla poco y apenas actúa. "Supo ser importante en otro tiempo", declara un personaje, para reforzar el enigma. Es una especie de detective privado al que le encargan misiones atípicas, que por añadidura se resuelven mal. En "Cara marcada", cuando cree cumplir la búsqueda de un hombre condenado a muerte, en realidad está siendo el instrumento para cumplir esa sentencia; en "El grima" intenta salvar a un amigo y provoca su muerte. Cuando se presume que ha resuelto un caso, ha planteado un problema más grave: así, en "Nélida" logra rescatar a una mujer que en realidad buscaba morir. "A veces -se lee en la demoledora conclusión- evitar una muerte significa simplemente alargar una agonía".
Las historias que escribe Trillo son simples, consisten en diálogos reducidos a lo esencial y anécdotas que pueden limitarse a unas pocas frases. Hay un recurso que se repite: la verdad de lo que ocurre es siempre al revés de lo que aparece en la superficie. Así, en "Ojo por ojo", Daneri consuma una venganza en base a una versión errónea de los hechos; en "El duelo" un hombre se enfrenta a otro y muere sin saber que la mujer a la creía defender lo había traicionado.
Esa economía del guión refuerza el impacto de la realización de Breccia. "Un tal Daneri" aparece en un momento de transición entre "Richard Long", un policial magistral de apenas tres páginas que escribió Héctor G. Oesterheld, y la adaptación de los relatos de H. P. Lovecraft. Los collages, la inversión de los claroscuros, la sombría definición de las figuras, demoran la lectura y cargan de un sentido ominoso aquello que parecía sencillo.
Lo siniestro evoca en "El monstruo" a los cuentos de "Los desterrados" de Horacio Quiroga, y en particular aquella pesadilla donde un hombre atrapado por el delirium tremens confunde a su hija con una presencia amenazante. Las historias de Daneri transcurren en ambientes cerrados de "aire rancio" y en espacios libres donde el cielo descubierto desnuda la pequeñez de cada uno. Y en el camino aparecen personajes marginales, atrapados en circunstancias irreparables.
La presente edición de "Un tal Daneri" cuenta con un prólogo de Fernando García y a modo de apéndice incluye bocetos de Breccia. enviar nota por e-mail | | |