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 miércoles, 10 de septiembre de 2003

Los sondeos buscaron incidir en la opinión pública
La realidad de los votos dejó mal paradas a las encuestas
La mayoría de los consultores se equivocó en sus pronósticos para la Gobernación y la Intendencia

Carlos Colombo / La Capital

Esta elección tuvo la particularidad de que detonó una guerra de encuestas. Tanto fue así que, cuando apenas habían pasado 50 minutos del cierre de los lugares de votación y aún había colas de ciudadanos aguardando para emitir su voto, el secretario de Información Pública y vocero del socialismo, Rubén Galassi, dio a conocer un boca de urna de Manuel Mora y Araujo -violando las disposiciones vigentes- otorgándole el triunfo a Hermes Binner por 3 puntos en la provincia y a Miguel Lifschitz por 9 en Rosario. Ambos datos se dieron de bruces con la realidad cuando se abrieron las urnas.

Que los votos se cuentan de a uno, es una vieja máxima atribuida a Juan Domingo Perón. Cuando los sufragios se contaron, el justicialismo ganó la Gobernación por poco más de 5 puntos. Los 9 de Lifschitz se acortaron a uno y el PJ pidió el recuento de votos en el escrutinio definitivo, por lo que el final está abierto y Mora y Araujo sumó un gran desprestigio ante la sociedad.

Pero la pelea por las encuestas arrancó junto a la campaña electoral con gran profusión de mediciones que -a decir de varios candidatos- favorecían a quienes las pagaban.

Fue el candidato a gobernador por el sublema justicialista El Tren K para la Victoria, Daniel Peressotti, quien denunció por LT8 que Mora y Araujo le había ofrecido sus servicios para hacerlo aparecer "bien posicionado para incidir en la opinión pública".


El color del dinero
Pero eso no es todo. Otro candidato a gobernador, que pidió reserva de su nombre, narró estupefacto lo vivido durante una cena en un restaurante de la ciudad de Buenos Aires: un conocido encuestador porteño le ofreció sus servicios por una cifra cercana a los 300 mil pesos para hacerle la campaña, "colocarlo" primero en los sondeos de opinión que realiza su empresa y "embarrar la cancha" en la semana previa a las elecciones, con presencia en los diarios nacionales. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.

Evidentemente, y a la luz de los resultados electorales, fueron varios los candidatos que utilizaron las encuestas -que los principales consultores avalaron- para tratar de incidir en la opinión de la ciudadanía.

El resultado de la elección dejó mal parado a más de un encuestador. Los mismos que son consultados por los medios de comunicación como fuentes de información a la hora de conocer la intención de voto de los ciudadanos.

Tal vez habría que volver a analizar viejos proyectos legislativos para prohibir la difusión de encuestas un tiempo prudencial previo a las elecciones.

Años atrás, el ex diputado nacional Guillermo Estévez Boero presentó un proyecto en el Congreso para que se prohíba la difusión de sondeos y encuestas 15 días antes del acto electoral.

Lo cierto es que el socialismo compró los servicios de Mora y Araujo y Binner apareció ganando la Gobernación en todos sus sondeos, algo que evidentemente no coincidió con los números que arrojaron las urnas.

Pero no sólo este encuestador se equivocó en sus números sino que ocurrió con la mayoría de los consultores. Algunos fueron groseros y otros dentro del margen de error muestral de todo sondeo.

Enrique Zuleta Puceiro tuvo una serie de encuestas que vinieron dando ganador al socialismo en toda la provincia, que fueron variando de ocho puntos quince días antes de la elección, para bajar a dos puntos a cuatro días de los comicios. Evidentemente alguien pagó esas mediciones.

Asimismo, Zuleta Puceiro realizó un boca de urna que, según aseguró, nadie le quiso comprar. Allí los números fueron casi exactos al resultado final. "El justicialismo gana por 3,6 por ciento en toda la provincia", dijo el encuestador el domingo a la noche por varios medios rosarinos.

Pero no sólo hubo encuestadores de Buenos Aires, los locales también dijeron lo suyo. El que más aproximado estuvo con los números fue Horacio Robustelli -trabajó para Jorge Obeid- que estimó un triunfo del justicialismo por 5 puntos. Claro que, mientras a él le dio 47 a 42, la realidad fue de 43,48 para el PJ y 38,40 para el PS.

Para el encuestador oficial de Carlos Reutemann, Néstor Murillas, el PJ se iba a imponer en la provincia por 12 puntos, 48 a 36.

Mirando los números que le otorgaban a cada candidato, se pueden encontrar diferencias y aciertos con los resultados finales. A Binner, Mora y Araujo le otorgaba un 42 por ciento de los votos; Zuleta un 44; Robustelli un 39 y Murillas un 33. En las urnas el intendente sacó el 36 por ciento.

En tanto, Murillas le otorgó a Hammerly el 20 por ciento; Mora y Araujo el 6,8; Zuleta el 5,4, y Robustelli el 13,6. El delfín del Lole obtuvo el 15,5 de los votos emitidos.

El gobernador electo Obeid sacó el 20,8 de los sufragios. Los encuestadores le otorgaban un porcentaje que oscilaba entre un 27 y un 20 por ciento.


Lejos del blanco
En cuando a los votos en blanco, tampoco fueron precisas las mediciones, ya que mientras a gobernador auguraban entre un 4 y un 6 por ciento, las urnas determinaron un 14,81. En tanto que para intendente los sufragios en blanco sumaron un 12,84 contra un 4 por ciento pronosticado.

Las equivocaciones también se reflejaron a la hora de medir los candidatos a intendente. Andrés Mautone le dio el triunfo al PJ por menos de un punto y fue exactamente al revés, aunque se movió dentro del margen de error muestral.

Para Murillas ganaba el peronismo en Rosario, con un "empate técnico" entre Norberto Nicotra, Marcelo Muniagurria y María Herminia Grande. Los números lo desmintieron en ambos casos: el primero obtuvo casi el 12 por ciento, el vicegobernador el 6,3 y la titular del Enapro el 2,5, y el triunfo fue para el socialismo. Una falla grosera para quien acostumbra a firmar sus trabajos con una leyenda que reza "encuestador serio".

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