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 miércoles, 10 de septiembre de 2003

Editorial
Un símbolo de la desidia

La Argentina, como país acostumbrado a convivir cotidianamente con los peores efectos de la crisis económica, ha descuidado flancos que no pueden ser desatendidos so pena de sufrir una seria degradación en su calidad de vida. Uno de ellos, tal cual se lo ha denunciado en reiteradas oportunidades a través de esta columna, es la educación; y otro, aún más deteriorado, es nada menos que la cultura.

El incendio que afectó seriamente a Villa Ocampo, la histórica mansión de tres plantas situada en el partido bonaerense de San Isidro donde vivió por largo tiempo la escritora y fundadora de la revista "Sur", es un reflejo fiel de las funestas consecuencias de la desidia. La escritora -que falleció en 1979- había donado el inmueble en 1973 a la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), confiando en que ésta le daría un destino acorde con su magnificencia arquitectónica y con el tesoro bibliográfico y pictórico que allí se albergaba: más de doce mil volúmenes y dos centenares de telas, entre las cuales había obras de plásticos de gran relevancia como Pedro Figari, Manuel Ocampo y Prilidiano Pueyrredón.

Sin embargo, no ocurrió nada de lo previsto por la legendaria protagonista central de la cultura del país durante más de medio siglo. Por el contrario, dos fundaciones que administran su legado acusan al organismo internacional de haber descuidado la mansión y también malgastado el dinero cuyo destino no era otro que recuperarla.

"En las condiciones lamentables en que se hallaba la casa, esto podía suceder en cualquier momento", graficó con contundencia María Esther Vázquez, presidenta de la Asociación Pro Villa Ocampo y de la Fundación Victoria Ocampo, dando una imagen exacta de las razones del siniestro.

Es que más allá de la evaluación que se pueda efectuar de la personal figura y controversial visión del mundo de la escritora y mecenas -hermana mayor de Silvina Ocampo-, nadie puede negar su importancia, que un creador de la trascendencia de Mario Vargas Llosa definió con una frase categórica: "Victoria Ocampo es el símbolo de la cultura americana".

Ojalá que lo ocurrido sirva como ejemplo de lo que ya no debe repetirse y ahora sí se adopten los recaudos adecuados para guarecer el legado de Victoria, a fin de que la gente pueda valorarlo. Una nación que no protege su pasado difícilmente sea capaz de acceder a un mejor futuro.

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