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 miércoles, 10 de septiembre de 2003

La nueva película de Claude Chabrol se estrena mañana
La pasión de un director por la hipocresía de las familias
"La flor del mal" retrata la trama de crímenes que sustenta a un clan francés de una ciudad provinciana

"La flor del mal", el nuevo filme del director francés Claude Chabrol, se estrena mañana en Rosario. Con 73 años, el realizador de medio centenar de películas vuelve a uno de sus temas favoritos: la criminalidad de las familias, especialmente las ricas y provincianas.

Una familia de doble apellido lleva al parecer una vida llena de encantos en un pueblo de provincia, pero la mirada de Chabrol irá descubriendo la extraña constitución del clan, misterio que no es sólo del presente sino que se remonta a menos hasta los tiempos de la Segunda Guerra Mundial.

La familia Charpin-Vasseur está compuesta por el farmacéutico Gérard (Bernard Le Coq), su esposa Anne (Nathalie Baye), una mujer ambiciosa que está en plena campaña electoral para ganar la intendencia, y su tía Line (Suzanne Flon), una en apariencia cariñosa e inofensiva anciana. Gérard y Anne han tenido antes otro matrimonio y tienen un hijo y una hija que, como inicio de las complicaciones de la familia, están enamorados.

El escándalo en el clan Charpin-Vasseur comienza cuando surge en el pueblo un panfleto que revela que la tía de la candidata a intendenta tuvo una vinculación con el nazismo y cometió un crimen por el que no pagó. El crimen es haber matado a su padre, un simpatizante de Hitler.

Sin embargo, la tía Line no es la única de la que se sospecha un pasado criminal. Los ex cónyuges de Gérard y Anne murieron en circunstancias misteriosas y juntos, lo que podría indicar que fueron víctimas de un complot tramado por sus ex parejas para ganar la libertad.

La hija de Anne y el hijo de Gérard están enamorados. El se fue a Estados Unidos para tratar de olvidar esa pasión y regresa después de tres años para entrar de lleno en el escándalo de su familia y comprobar que la pasión por su la hija de su madrastra sigue intacta.

Chabrol ganó fama en el mundo del cine en el lejano 1958, cuando de ser uno de los críticos de la influyente revista Cahiers du Cinema pasó a dirigir su primera película, "El bello Sergio", una de las obras que inauguraron la Nouvelle Vague. Después vendrían muchas películas, algunas consideradas obras maestras, otras regulares e incluso algunas mediocres.

El tema de la hipocresía de las familias y sus deseos criminales le ha dado un sello propio a su cinematografía. "Lo que me lleva a tratar esos temas tan tristes es el hecho de que yo, íntimamente, soy una persona muy feliz y me choca tanto ver gente que no lo es, que siempre intento averiguar por qué son así", explicó el director de "La ceremonia" y "Gracias por el chocolate".

A pesar de que sus experiencias como representante de la Nouvelle Vague quedaron muy atrás en el tiempo, Chabrol todavía posee memorias de aquella camada que revolucionó estética y éticamente al cine a fines de los 50 y principios de los 60. "Según recuerdo -ironizó- la Nouvelle Vague se trataba de una reunión de personas a quienes no les gustaba cierta forma de hacer cine".

"Eramos todos muy distintos: no formábamos un movimiento homogéneo como el neorrealismo italiano sino que hacíamos filmes muy diversos. Sí nos unía -señaló- la preferencia por cosas que no estaban presentes en el cine que se hacía en Francia en aquella época -un cine de estudio, muy artificial-, mientras que nosotros tratábamos de acercarnos más a la realidad. Sin embargo, no creíamos realmente en ello, pero todos nos aprovechamos del momento", recordó.

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Chabrol vuelve a su tema favorito.

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