| miércoles, 10 de septiembre de 2003 | Hacia el horizonte ¿Alguna vez oyeron la siguiente frase?: "Los ojos son el espejo del alma". ¿Hermosa no...? Y dicen que lo mágico de todo esto es que sólo aquellas personas sensibles y perceptivas pueden ver nuestro interior y saber qué nos sucede. Son esos mismos ojos los cuales nos muestran que la vida es una mezcla de alegrías y fracasos, de mañanas hermosas y de noches... cargadas de oscuridad. Sin embargo, creo que está en nosotros encontrar la armonía para equilibrar esos momentos. Teniendo en claro las tres normas básicas de la vida humana, de dónde venimos, a dónde vamos y por qué camino debemos transitar. Teniendo en claro eso, nuestro camino hacia el horizonte habrá sido digno de haberlo recorrido, y una vez que lo alcancemos podremos sentarnos a contemplar de qué manera trascurrió nuestra vida. Y sentirnos ogullosos de que jamás nos dominó la adversidad, y que si por momentos lo hizo pudimos vencerla. Con equivocaciones humanas jamás dejamos de cumplir con nuestro deber y nunca torcieron nuestros ideales. De que caminamos siempre con los pies en la tierra pero que nuestra orientación siempre estuvo en el cielo. Sentados ahí ya habiendo dejado de lado todo acto de soberbia y orgullo, habremos encontrado el porqué de cada batalla librada, (aun las perdidas). Y le agradecemos a esos ojos divinos habernos mostrado todo... y a nuestro corazón el habernos conducido al lugar indicado.
Andrés Regiardo
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