| domingo, 07 de septiembre de 2003 | Chocolatada más que solidaria Ante la invitación de la Fundación La Capital acepté participar de una jornada solidaria, al igual que muchas personas más. Ahí estuvimos a las 8.30, del sábado pasado, para ver y vivir otra realidad, otro mundo, que queda a la vuelta de la esquina y a veces nos empeñamos en no ver. Laura aprontó su equipo y partimos a bordo del micro que comandaba Pedro. Nuestra tarea no era fácil: regalarle a un puñado de niños una sonrisa tan grande para que la puedan escuchar aquellos que tras un escritorio deciden sus destinos. Así llegamos al comedor de Antonia, quien nos recibió con la mirada cansada de ver tanta miseria pero con las manos llenas de solidaridad y esperanza. Y llegaron ellos corriendo, con esos pasitos nuevos tratando de abrirse a un mejor camino. Después de tomar la chocolatada con medialunas, Diego y su mamá les brindaron la sencillez de un espectáculo infantil. Y desde sus bocas comenzó a brotar la dulce melodía de sus sonrisas. Yo también reía, como si fuera un eco del corazón y pensaba que eran ellos los que me regalaban a mí esa sonrisa ¿Cómo retribuirles tantas caricias que mi corazón se llevaba? Al momento de irnos no faltaron los aplausos y las gracias sinceras. Mientras caminaba hacia el micro se me acercó una niña, me besó y me rodeó con sus bracitos llenos de esperanza, de un presente gris y de un futuro en blanco. Me dije que es hora de que todos soñemos el sueño que a mí me gustó soñar y lo hagamos realidad. Quizás el mundo vuelva a ser uno sin ningún otro a la vuelta de la esquina. Felicito y agradezco a la Fundación La Capital, a los profesores y a los alumnos de Eempa de la escuela Carrasco, al Cucho Rivero que me dio su autógrafo (es un niño del comedor) y a todos los que junto conmigo fueron a deleitarse con estos chicos. Y sobre todo a los que nos regalaron un sueño y la esperanza de un mundo mejor.
DNI. 23.749.691
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