| sábado, 05 de julio de 2003 | Donde hubo fuego... La bonita farmacéutica estaba atendiendo a un cliente en su negocio, cercano al Palacio Municipal, y el diálogo resultó explícito:
-¿Qué me decís ahora? ¿Viste lo que hicieron tus compañeritos?
-No, no, no. Conste que cuando empezaron a tirar las bombas de estruendo yo ya me había ido, contestó el estatal, intimidado.
-¿Sí? ¿Seguro?
La sonrisa de la profesional, mientras envolvía un conocido remedio contra la acidez estomacal, era filosa como un cuchillo. Y el sindicalista -hombre recio si los hay- mantuvo una estricta cautela. Es que en el incendio lo que se quemó no fue solamente el edificio de la Facultad de Derecho.
| Mujer de carácter rumbo a Chubut La periodista radial es conocida por su seriedad a toda prueba. En realidad, dicen quienes la conocen que su obsesión por el trabajo suele alejarla de cualquier manifestación vinculada con el humorismo. Y anteayer tuvo suerte. Es que durante un "vernissage" organizado para promocionar las bondades turísticas de la provincia de Chubut, resultó la favorecida en el sorteo realizado y se ganó nada menos que un viaje con todo pago para ver a las ballenas en la idílica península de Valdés. Sus compañeros la felicitaron y le desearon feliz viaje. Uno de ellos, calificado de ingenuo por el resto, confía en que a su regreso la niña presentará oficialmente a su sonrisa. ¿No habrá sido un exceso de optimismo?
| Una verdadera chanchada La chata se detuvo en medio del campo en jurisdicción de Puerto Gaboto y el conductor descendió carabina en mano junto a un peón. Demostrando que su puntería no es de lo mejor necesitó al menos cinco tiros para abatir a un generoso chancho de unos 150 kilos. Con algo de esfuerzo lo cargaron y partieron como si nada. El dueño, un desocupado a quien le prestaron el predio para criarlos, había sido mudo testigo de la ejecución y el abigeato. Pero por las dudas, no reclamó su potestad y prefirió observarlo todo desde un maizal. Después, desconsolado, contó lo sucedido en la comisaría. Al fin y al cabo, sabía quién había sido el responsable: un ingeniero agrónomo afincado en un pueblo vecino. Y más conocido y querido es su padre, que hace ya unos cuantos años fue intendente. Enseguida el hombre de ley volvió a ponerse en contacto con el damnificado. Al parecer, el aprovechado quería arreglar y que todo quedara en la nada. ¿Cuánto puede costar el chancho?", quiso saber el comisario. "Y, unos 100 pesos", recibió por respuesta. Pero el ingeniero no tenía intenciones de pagar un centavo e intentó reparar el daño reponiendo al porcino. El asunto es que el animal que llevó con ese objeto pesaba apenas 40 kilos y entonces se vio obligado a conseguir algo más parecido a lo que había victimizado. Un papelón tras otro. | | | | "La oposición está peor que el PJ santafesino" Pablo Cribioli Candidato a intendente por la UCR Celeste | Ver noticia | |
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