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 lunes, 30 de junio de 2003

La historia de un grande

Paradojas de la vida, River fue fundado en el barrio de la Boca el 25 de mayo de 1901, como fusión de La Rosales y Santa Rosa, clubes que disputaban la supremacía en las carboneras de la Dársena Sur. Se evaluaron dos nombres para identificar al club: Forward e Identidad Boquense. Pero uno de los fundadores, Pedro Martínez, sugirió adoptar el nombre de una leyenda que estaba escrita en unos cajones apilados en el puerto: River Plate.

La primera camiseta oficial fue blanca lisa. La banda roja se agregaría pocos meses más tarde. Cuenta la leyenda que en una noche de carnaval un grupo de hinchas robó una cinta roja de seda de un carruaje, y decidieron adosársela con alfileres.

A contrapelo de lo que marcaría la historia, el primer partido oficial en la era amateur terminó en derrota: fue 2-3 ante Facultad de Medicina, el 30 de abril de 1905, por el torneo de Tercera División, en la canchita de Dársena Sur.


Goleada y ascenso
El 27 de diciembre de 1908 ascendió a la categoría principal de la Argentine Football Asociation al golear 7-0 a Racing. El debut en Primera fue el 2 de mayo de 1909, con un contundente 5-0 sobre Argentino de Quilmes. Cuatro años más tarde nació lo que luego se convertiría en el principal duelo de la Argentina: enfrentó por primera vez a Boca, y le ganó 2-1 en la cancha de Racing.

Después de muchas mudanzas, que incluyeron un inquilinato para jugar como local en Ferro, a partir de 1915 se estableció por un tiempo prolongado en la Boca. En la era amateur ganó un sólo título: 1920.

En el •23 abandonó la Boca y mudó su cancha a las avenidas Alvear (hoy Del Libertador) y Tagle, en Palermo, una zona más coqueta y refinada. Alrededor del nuevo estadio se construyeron instalaciones para otros deportes y actividades sociales, con lo que el club comenzó a definir el perfil que adquiriría con el correr de los años.

Los 10 mil pesos que pagó por Carlos Peucelle en 1931, y los 35 mil que desembolsó al año siguiente para quedarse con Bernabé Ferreyra marcaron una bisagra. Esas cifras, verdaderas fortunas para la época, hicieron que pasara a ser conocido como los millonarios.

Ya en el profesionalismo, en 1932, ganó su primer título. El 36 y el 37 le depararon el primer bicampeonato, con destacadas actuaciones de dos productos del semillero llamados a hacer historia: José Manuel Moreno y Adolfo Pedernera.

En 1937, la Municipalidad de Buenos Aires lo obligó a dejar los terrenos de Alvear y Tagle. Hizo las valijas nuevamente, y en 1938 inauguró el nuevo estadio, a orillas del Río de La Plata. La cancha, que tenía forma de herradura, se transformó en el Monumental de Núñez cuando la dictadura militar lo remodeló para el Mundial de 1978.

La década del 40 dio paso al que para muchos es el mejor equipo de la historia argentina: La Máquina, con aquella famosa delantera integrada por Muñoz, Moreno, Pedernera, Labruna y Loustau. Salió campeón en el 41 y el 42, año en el que dio la primera vuelta olímpica en La Bombonera. El regreso a los festejos fue con los títulos del 45 y el 47, con Di Stéfano en el equipo.

Entre 1950 y 1960, elaboró una racha inédita en el profesionalismo: ganó cinco títulos en seis años, incluido el tricampeonato del 55, 56 y 57. Después de esa última consagración, ingresó en la etapa más negra de su historia: 18 años sin títulos.

El estreno en la Libertadores, en 1966, no pudo haber sido peor: perdió en tiempo suplementario 4-2 ante Peñarol, luego de estar 2-0 arriba. El folklore futbolero le mostró su costado más impiadoso y le puso un mote sin fecha de vencimiento: gallina.

El fin de la larga sequía tuvo lugar en 1975, de la mano de un técnico, Angel Labruna, y de un grupo de jugadores, entre los que estaban Juan José López, Reinaldo Merlo, Norberto Alonso y Oscar Más, de neto corte riverplatense. Ganaron el Metropolitano (en el último partido jugaron futbolistas amateurs porque los titulares estaban en huelga) y el Nacional.

River se recuperó de los tragos amargos que significaron las derrotas en las finales ante Boca (campeonato Nacional) y Cruzeiro (Libertadores) en 1976 conquistando el Metropolitano del año siguiente. Posteriormente, los festejos en el Metropolitano y Nacional del •79, y en el Metropolitano del •80 le dieron el segundo tricampeonato.

En 1981 obtuvo el Nacional, y cinco años más tarde sobrevino el año más glorioso de su historia: campeón local, de América y del mundo al ganarle la Copa Intercontinental al Steaua Bucarest de Rumania con el Bambino Veira como entrenador. En las vitrinas faltaba un título, la Copa Interamericana, ganada en el •87 frente al Deportivo Alajuelense de Costa Rica.

El campeonato 89/90 también se quedó en Núñez, al igual que el Apertura •91, con Daniel Passarella en el banco y la vuelta de un hijo de la casa como Ramón Díaz. Las alegrías se renovaron con el Apertura •93 y el regreso al año siguiente de otro ícono: el uruguayo Enzo Francescoli.


El Apertura 94, con el Tolo
Con Américo Gallego como reemplazante de Passarella, ganó el Apertura •94 en forma invicta. Después llegó la hora de Ramón Díaz como técnico. Al principio, el riojano fue carne de las más variadas burlas, y después abrazó la gloria con la obtención de la Libertadores de 1996, el tricampeonato local, la Supercopa 1997 y el Apertura •99. Los seis títulos le permitieron a Ramón igualar los récords que ostentaban Labruna y José María Minella.

Mientras Boca terminaba de afirmar la paternidad que comenzó a alimentar a principios de los 90, volvió a asumir Gallego, con el que obtuvo el Clausura 2000. En 2001 regresó Ramón, cuestionado y amado casi en dosis similares, y el equipo se quedó con este Clausura 2002, necesario para archivar el recuerdo latente de tres subcampeonatos consecutivos.

Ahora, River supera la barrera de los treinta títulos locales con Pellegrini en el banco y Andrés D'Alessandro y Fernando Cavenaghi como principales figuras.

Una historia de 101 años prolíficos en alegrías. Con el buen gusto futbolero como bandera y los intérpretes casi siempre adecuados para sostener esa idea. Es River, respetuoso de una cultura que no sabe de barreras temporales. Es River, el del origen humilde, la posterior opulencia y un presente económico más bien austero. Es River, el equipo más campeón de la Argentina, el de la grandeza que promete ser eterna.

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Angel Labruna en el festejo de 1975.

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