Etica, estética y concepto

Adrián Villar Rojas y Mariana Tellería presentan dos proyectos imposibles de realizar, uno desde lo material y otro desde lo ético-moral. El primero consiste en hacer cambiar de color las nubes cuando pasen por encima del Castagnino y el otro en minar una zona del exterior. De esta manera, conceptualmente responden al planteo del concurso.

En tanto Pablo Rodríguez Santana mantuvo su propuesta de un "arte macho" y proyectó contactarse con cartoneros, botelleros y basureros para crear "Un buen lugar para vivir" en el Castagnino, con todas las comodidades. Como contracara, Florencia Colombo propuso trabajar a partir de un concepto: "El cuerpo y la memoria son volátiles", por eso su trabajo lo realiza a través de impresiones de su cuerpo sobre papel fotosensible sin procesar, que se va velando con el transcurso del tiempo.

En tanto, Eugenia Calvo, trabajando sobre la visualización de ciertas "violencias" (como lo mostró en sus últimas obras sobre la comida sobre platos), proyectó hacer obras de tipo mural para ser acompañadas con enredaderas, las cuales irán tapando las imágenes con el correr de los días. Mientras que Daniel Basso, propuso una serie de intervenciones urbanas en el exterior del museo para transformar todos los alrededores con cintas de colores.

Un planteo distinto sobre la pregunta de la identidad es el de Valentina Rebasa, quien propuso mostrar un conjunto de fotos de chicas que se le parecen por algo. Es que hace más de un año que lleva una cámara y cada vez que encuentra a alguien que tiene alguna similitud con ella la fotografía sin que ella lo note. "¿Dispersión genética o de sosías?", se pregunta.

Foto de comida sobre plato, de Calvo.