Carsten Hoffmann
Bagdad. - El odio de los grupos de resistencia iraquíes contra las fuerzas de ocupación norteamericanas es cada vez más patente. Dos meses después de la caída del régimen de Saddam Hussein, el creciente número de emboscadas en las que mueren soldados estadounidenses y aún más iraquíes, muestra que la operación militar vuelve a ser peligrosa. De hecho, más de un centenar de iraquíes murieron esta semana en combates, según el Comando Central. Pero la cúpula militar del general norteamericano David McKiernan sigue sin querer oir ni hablar de un cambio en la táctica iraquí, ni siquiera tras el derribo, la víspera, de un helicóptero de combate. Asegura que la estrategia del ejército de EEUU es incitar a que los iraquíes de la resistencia realicen ataques, para responderlos con una violencia mortal. Sin embargo, con temperaturas que ya alcanzan los 47 grados centígrados, los soldados sudan profusamente bajo sus cascos y chalecos antibalas, mientras que los iraquíes se mueven por el conocido terreno de su país. Aun así, McKiernan, quien dirige las tropas de tierra en Irak, admite que los ataques son cada vez más imaginativos. Y los expertos occidentales recuerdan que la cifra de ataques ha subido en las dos últimas semanas de cuatro diarios a más de 26. A mediados de mayo, un miembro del partido Baath, prohibido por la administración civil norteamericana, advirtió: "Vamos a aguantar ahora una temporada tranquilos y en verano, cuando haga verdadero calor, empezaremos una guerrilla que agotará a los americanos". Cuantos más soldados estadounidenses patrullan o participan en la reconstrucción del país, más peligro parecen correr. Así, hace poco, francotiradores iraquíes mataron en un vertedero de Bagdad a un efectivo e hirieron a otro más. En total, más de 180 soldados norteamericanos han muerto ya desde el comienzo de la guerra de Irak, y se acerca el día en que la cifra de efectivos muertos tras la caída del régimen será mayor que la de los caídos durante la campaña bélica. El ejército estadounidense opina que los atacantes actúan en grupos pequeños sin una dirección central, pero cree que a nivel local, existe una estructura organizada. "Hemos visto ataques muy imaginativos contra las tropas de la coalición y también nosotros vamos a adaptar nuestra táctica", afirma el general. Según McKiernan, del lado iraquí combaten juntos las tropas especiales de Saddam Hussein y los hombres de su partido, gente que, asegura, no tienen futuro alguno en Irak. "Por un buen tiempo, la espiral será así: acción, reacción, contramedida". Pero también en Bagdad se duda de que el ejército estadounidense logre con sus provocaciones hacer salir a la resistencia de sus escondites para acabar con ella. Oficiales norteamericanos ya han advertido a medios y organizaciones del alto peligro que implicaría el espectacular ataque contra la capital iraquí que, según los servicios secretos, se está preparando. Al igual que sucediera en mayo en Arabia Saudita, combatientes armados podrían lograr introducir un coche bomba en una base norteamericana o en un hotel de extranjeros y hacerlo estallar, matando a un gran número de personas. (DPA)
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