Luis Castro / La Capital
Lucas Bernardi ya no es el mismo de antes. Se nota que ha cambiado. Y él mismo así lo siente. El paso del tiempo y la experiencia europea lo hicieron crecer con rapidez. "Noto que no soy el mismo de antes. Y en lo futbolístico soy más profesional", dice con su habitual sinceridad. "Es en serio lo que digo, soy mucho más profesional", reitera para que no queden dudas. Bernardi llegó al país no sólo para gozar de las vacaciones luego del torneo que jugó en Francia vistiendo la casaca de Mónaco, sino además para dar uno de los pasos más importante de su vida. Darle el sí a Laura, su novia de hace más de dos años el 27 del corriente mes. "Voy a pasar al bando de los dominados", bromea el volante de Mónaco en la extensa charla que mantuvo con Ovacion. Lucas no reniega del fútbol que lo llevó a trascender, pero después de varias temporadas jugando en Olympique y actualmente en Mónaco, donde obtuvo el título de la Copa de Liga y el subcampeonato del torneo (finalizó a un punto de Lyon, pero si el 18 del corriente no deposita 25 millones de euros y presenta un plan de salvataje por los 30 restantes será descendido), nota las grandes diferencias que existen sobre todo en la organización. "Lo bueno es que antes de comenzar el torneo tenés el el calendario de todo el año. Los días que jugás la liga, los partidos de la Copa, de la Uefa. Sabés desde el primer día todo, algo que acá no sabés cuándo te toca jugar en una semana". Muchos jugadores cuando juegan en nuestro país se quejan a la hora de tener que disputar dos encuentros por semana, algo que en Europa no sucede. "Eso que no se puede jugar lo escuché mucho, pero debe ser porque no se está acostumbrado. No creo que haya problemas de jugar seguido", dice Lucas en el momento en que deja su autógrafo a una de las mozas del restorán. —Vivís en Mónaco, un lugar donde muchos sueñan estar. —Es una ciudad especial y diferente al resto del mundo. Es normal ver pasar una Ferrari. No es lo mismo que Rosario, je. Podés dejar el auto descapotable que sabés que no pasa nada. Es otra vida, pero la verdad que se extraña mucho esta ciudad. Más allá de todos los lujos, no hay comparación con lo que vivís acá. —¿Qué diferencias notaste en el club? —En la organización. Hay cosas que son mejores que acá, pero también en el fútbol argentino existen cosas buenas. La sociedad está organizada y os clubes también. En Argentina nada de eso ocurre. En cuanto a los entrenamientos tampoco hay diferencias. Newell’s no tiene nada que envidiar porque el predio y el gimnasio son bárbaros. Lo desemejante que hay con Mónaco es la vista, porque trabajás en una montaña que tiene vista al mar. —Cada jugador que juega en Europa hace notar la falta de pasión de los hinchas. ¿Vos también notaste eso? —Mirá, estuve seis meses en Marsella y ahí el hincha es pasional. Los turcos son gente caliente, a los árabes les gusta el fútbol y son ellos los que manejan todo. Ahí son iguales que acá, no tienen problemas en romperte el auto si no se gana. Cuando el equipo descendió los hinchas fueron a buscar a los jugadores y se agarraron a trompadas. En Mónaco no sucede eso, son más fríos. La misma frialdad en el trato se nota también dentro del grupo, con sus compañeros de turno. "Hay buena gente, pero al principio es muy complicado. No esperés que te inviten a comer, je. En Marsella el capitán me recibió y me presentó al plantel. Después nunca más. Lo que sucede es que piensan que viene alguien de afuera a sacarle el puesto a uno de los que está. Después como andaba bien me gané el lugar y se acercaron más a mí". "Como profesional me siento respetado", destaca Lucas. "Te dan todo y te atienden como debe ser, pero a la vez te hacen sentir como un empleado más. Esa sensación no la tenés acá. Te pagan por trabajar y mantenés una relación laboral. A fin de mes no tenés problemas", agrega. —Lo que seguramente se pierde es que el jugador no es endiosado. —Es cierto, somos todos iguales. Por ejemplo Gallardo si tiene una lesión y no está diez puntos no juega. El jugador argentino siempre quiere estar más allá de los dolores, pero te hacen notar que si no estás en un ciento por ciento te quedás afuera.
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