Año CXXXVI
 Nº 49.867
Rosario,
lunes  09 de
junio de 2003
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cartas
Sembradores de vientos

Ya en la antigüedad los imperios realizaban campañas de conquista, invadían territorios para apropiarse de riquezas y someter poblaciones y luego de instalados imponían a los nativos sus leyes y sus gobernantes fieles, sus sátrapas, procónsules, encomenderos, virreyes, etcétera. El gobierno de EEUU, ha concretado la primera etapa de afianzamiento imperial en Oriente Medio. Irak, con una vasta reserva petrolífera, y asentado sobre una de las cuencas acuíferas más importantes de la región, está sufriendo los horrores de todo territorio ocupado militarmente. La población que durante décadas padeció una dictadura férrea, debe soportar en el presente la prepotencia de las tropas norteamericanas. Las mentadas armas de destrucción masiva, excusa de la avanzada contra el régimen depuesto no aparecen. Lo único cierto es que las tropas de invasión esparcieron la muerte y las principales víctimas fueron civiles desarmados. Las falsas promesas de autodeterminación, se diluyeron a poco de arribados los invasores. El saqueo de reliquias ancestrales y la militarización de la sociedad, no son las mejores señales de un futuro promisorio. Además, es borchonoso observar el papel de la ONU, legitimando la flagrante violación de principios elementales para la coexistencia mundial. Las carencias sanitarias y alimentarias, sumadas a un clima de opresión son factores que preanuncian nuevos acontecimientos de violencia inducida. Ciudades desvastas por las bombas, niños hambrientos y confusión por doquier. En tanto, las corporaciones, se frotan las manos pues los negocios de la reconstrucción edilicia, contribuirán a nutrir sus arcas y a equilibrar las finanzas. No les importan los males que ocasionen las andanzas de sus esbirros. Los centuriones, podrán establecer su poderío más o menos transitorio. Pero como afirmaba el gran Miguel de Unamuno, frente a la entente nazi-fascista encabezada por Franco en España: "Podrán vencer, pero no convencer". Los pueblos de todo el orbe saben que a la libertad sólo se llega con más libertad y que los sembradores de vientos, antes o después, cosechan tempestades que todo lo arrastran. Los invasores imperiales, desoyeron el clamor mundial para evitar la masacre, pero no podrán borrar de la conciencia de las mujeres y hombres de buena voluntad del planeta la condena unánime al genocidio perpretrado. Lo importante es estar alerta frente a estas acciones infames que multiplican las desigualdades y alientan a mesiánicos y redentoristas de toda laya.
Carlos A. Solero


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