Año CXXXVI
 Nº 49.863
Rosario,
jueves  05 de
junio de 2003
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Grandes gestos y muchas dudas sobre el éxito

Christian Fuerst y Christiane Oelrich

Aqaba (Jordania). - Con un apretón de manos histórico comenzó ayer para Medio Oriente una nueva etapa en el proceso de paz. Sharon y Abbas, lograron cristalizar en la ciudad jordana de Aqaba el deseo de una nueva asociación que nunca hubiese tenido lugar sin la presión del presidente estadounidense, George W. Bush. La situación, transformada por completo tras la guerra de Irak, el cambio en la posición de los estadounidenses -volcados ahora hacia la región- y la nueva dirigencia palestina, le dan una nueva oportunidad al proceso de paz.
Pero grandes gestos como la primera aparición en público juntos de Sharon y Abbas, así como las demostrativas palmadas de Bush a los palestinos, no alcanzan para transformar en una realidad la visión de paz para Medio Oriente. El escepticismo entre israelíes y palestinos sigue siendo grande. Las dudas de los palestinos sobre Sharon son enormes. "No creo en sus palabras, sino sólo en sus acciones", aseguró Abbas con respecto a la declaración de Sharon de que Israel quiere y debe acabar con la ocupación sobre los 3,5 millones de palestinos.
Los israelíes se preguntan si Abbas podrá controlar a los grupos violentos Hamas, Jihad y las Brigadas de Mártires de Al Aqsa. Tampoco está claro que Bush realmente haya logrado ganar el apoyo de los países árabes a la "hoja de ruta". En Sharm el Sheij, los líderes árabes subrayaron su apoyo a Abbas y condenaron el terrorismo, pero a puertas cerradas no todo fue tan bien.
Pese a todo, los observadores están convencidos de que pocas veces hubo mejores probabilidades para que el proceso de paz internacional tenga éxito.
Con Abbas llegó al gobierno un palestino que propugna la reconciliación con los israelíes y que se ha manifestado en contra del terrorismo. Del otro lado, Sharon es un halcón político, pero que a diferencia de su débil antecesor, el laborista Ehud Barak, tiene el apoyo de gran parte de la población e incluso una mayoría parlamentaria con ayuda de los partidos de izquierda que le permite aprobar casi cualquier acuerdo.
El empujón para la iniciativa vino de Bush, que se dejó convencer por su aliado británico, el premier Tony Blair, acerca de que después de la guerra de Irak la única forma de contener a los árabes es la posibilidad de solución en el conflicto israelo-palestino. Ahora Bush destaca que no cejará hasta lograr la paz en Medio Oriente, un giro de 180 grados para el presidente que llegó al gobierno con la clara intención de mantenerse lo más lejos posible de los conflictos fuera de su hogar. Por eso, los escépticos temen que su entusiasmo merme con el avance de la próxima campaña electoral. (DPA)


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