Sergio Faletto / La Capital
Lo cortés no quita lo valiente, habrá pensado Miguel Russo cuando se dirigió hacia el banco visitante para saludar a Oscar Ruggeri, el flamante entrenador de Independiente. Y a partir de ahí el DT canalla no se sentó más, a sabiendas de que el partido era decisivo para la lucha por el promedio. Por eso siguió el trámite con nerviosismo. Caminó, gesticuló y en el complemento hasta se sacó la campera. Mientras tanto el Cabezón sólo salió de su asiento en contadas ocasiones. Aunque en los últimos minutos, quizás ya resignado por el juego y la diferencia, no se levantó más hasta que Oscar Sequeira indicó el final, mascullando bronca porque ese refrán de que técnico que debuta no pierde en su caso no se dio. El tímido aplauso que ensayó Russo cuando concluyó el compromiso fue toda una reacción de alivio después de una semana difícil, invadida por los nervios y también por la incertidumbre. Como así un resumen de satisfacción porque optó por un esquema con Vitamina que le permitió nutrir el juego y el promedio tan anhelados por el conductor, sus jugadores y la gente de Central. Es que Ruggeri asomó en Independiente con un diagrama táctico imprevisto, con Guiñazú como volante central, y que después de los primeros minutos de adaptación no ofreció demasiadas ventajas, aunque padeció de anemia ofensiva. Russo y sus colaboradores vivieron una semana tensa, más allá de sus apariencias, pero antepusieron sus convicciones y terminaron desahogándose con el pitazo de cierre del árbitro. Por eso aplaudió Russo. Como así Gottardi. Y también por eso el profe Cinquetti arengó a los plateístas para alentar a este Central que se quedó con tres puntos determinantes. En definitiva lo que más importa. Por no decir lo único.
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