La pelota merodea por la medialuna del área de Independiente. Lucho Figueroa se debate entre unas cuantas piernas desde el piso. Es una síntesis del partido, una instantánea acabada del desarrollo. El primer tiempo ya se fue y el segundo empieza a mostrar sus primeros movimientos. De aquello no quedó nada para rescatar, de éste se espera un giro de 180 grados, una vuelta de timón, un golpe de impacto. Hace falta un peso pesado que ponga las cosas en su lugar. A veces, más que correr hay que saber pararse, más que meter hay que encontrar la forma de hacerlo. Central cumple con todos los requisitos, menos con el más importante. A la izquierda, metido en el área, uno de los emblemas auriazules -apuesta fuerte de Russo- espera el desenlace, mientras de reojo controla los movimientos de Leo Díaz. Después de tanto dudar, la pelota decide instalarse en el pie derecho de Pablo Sánchez tras el toque de Messera. Derechazo medido a la izquierda de Leo, contra el palo: 1 a 0. El quiebre, la bisagra; punto de inflexión. Es la primera llegada concreta de Central en todo el partido y para definirla los canallas contaron con la enorme fortuna de que la terminación quedara en los pies del mejor jugador de la cancha. No sólo eso, la pelota le quedó a uno de los que no siente ningún peso extra cuando se calza la pesada camiseta de Central.
Allí empezó el partido soñado. El que todo Central fue tejiendo en la semana entre temores, ansiedades y obsesión.
Cuatro minutos más tarde, el propio Lucho Figueroa cambió por gol un centro de Delgado para que la gran victoria, impostergable por cierto, necesaria por sobre todas las cosas, tomara cuerpo.
Ahora las cosas se miran de otra forma. Central pasó a Independiente, lo derrotó 2 a 0 y espera los resultados de esta tarde para seguir torciéndole el brazo a los últimos cuatro puestos de la tabla de los promedios.
Parece casi insignificante recordar que Central jugó bastante mal en el primer tiempo y que no generó ni una sola situación de riesgo sobre el arco rojo.
Se transforma en una anécdota la tozudez del Chelo Delgado para encarar y perder siempre contra el tándem que lo esperó en cada corrida. Casi ni interesa la floja actuación de Barros Schelotto. Tampoco importa demasiado el nuevo fracaso de Mariano Messera que corrió sin ton ni son mientras estuvo en la cancha.
Apenas adquiere un irrelevante segundo plano el impresionante zapatazo de Pusineri a los 14' que reventó el travesaño de Gaona. O la media vuelta de Montenegro a los 6' del complemento que Gaona alcanzó a arañar para tirarla al córner.
Central le ganó la batalla a la ansiedad, venció los temores, sumó los tres puntos y entregó todo y un poco más.
Hasta aparece como una predicción aquella frase de Carbonari vertida el miércoles tras el entrenamiento: "Tenemos que ser más malos". A nadie le tembló nada cuando que meter, o correr, o tirarse al piso por enésima vez. Sólo se trataba de ganar para seguir viviendo. Y Central vive por el triunfo ante Independiente.
Síntesis
R. Central 2: Gaona 6; Ferrari 5, Talamonti 5, Carbonari 5 y D. Díaz 8; Messera 4 (82' Pino), D. Quinteros 7, Gvo. B. Schelotto 4 y P. Sánchez 8 (79' Leonforte); C. Delgado 4 (90' Mandra) y Figueroa 7. Suplentes: Castellano y Papa. DT: Miguel A. Russo.
Independiente 0: L. Díaz 5; Serrizuela 5, Franco 4, G. Milito 5 y Brandán 5; Pusineri 4, Guiñazú 6, L. Ríos 4 (60' Cuba 4) e Insúa 5; D. Montenegro 4 (64' Eluchans 4); Rivas 4. Suplentes: Bottero, Paz y Bazán. DT: Oscar Ruggeri.
Estadio: Gigante de Arroyito.
Arbitro: Oscar Sequeira (5).
Recaudación: $ 124.419.
Goles: 49' Sánchez (RC) y 53' Figueroa (RC).
Amonestados: Messera, Barros Schelotto y Leonforte (RC); Franco y Brandán (I).
Expulsados: No hubo.