Era un partido fuera de contexto dentro del contexto. Central le pelea cara a cara a la permanencia desde hace unos cuantos meses y anoche no fue la excepción. Pero como si eso no fuera lo suficientemente trascendente como para generar presión, había una serie de connotaciones que profundizaban la importancia del juego. Cuestiones extrafutbolísticas que ameritaban una lectura minuciosa, serena y muy especial del choque frente a Independiente que de una manera u otra exigían del entrenador una toma de riesgos muy importante. La apuesta debía ser fuerte, los riesgos enormes, pero no existía ningún margen para otra cosa. El ingreso de Pablo Sánchez entre los titulares fue un movimiento de timón que realizó Russo y se transformó gradualmente con el desarrollo del partido en el principal argumento del triunfo auriazul. También la ubicación del Cata Díaz como marcador de punta por el sector izquierdo de la defensa canalla. En este punto nada podrá reprochársele a Russo. Fueron los dos mejores jugadores del equipo, que además cumplió con la cuota imprescindible de entrega y sacrificio que necesitaba para afrontar una de las últimas pruebas. Ahora el objetivo parece mucho más cerca que hace apenas unas horas, pero el martes, cuando los canallas vuelvan a los entrenamientos comenzará a desandarse otro capítulo dramático. Quizás no tan acuciante como el de anoche, pero igual de importante. La próxima será otra parada difícil, con otros cuantos aditivos. Para entonces, el triunfo frente a Independiente habrá quedado como un gran acierto táctico, una prueba de entereza cabal del equipo y una enseñanza para afrontar los últimos exámenes.
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