Año CXXXVI
 Nº 49.856
Rosario,
jueves  29 de
mayo de 2003
Min 3º
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cartas
Democracia participativa

Supongo que si el doctor Favaloro hubiera visto que de sus manos también dependía la patria hoy lo podríamos tener de presidente orgullosamente. Pero él no vio que teníamos salida. Depositó todas sus esperanzas en los gobernantes y como lo defraudaron nos hizo perder a todos la posibilidad de elegir al modelo de persona que queríamos como presidente.Yo quiero que todos pensemos que tenemos oportunidades de hacer algo por la Patria. Una vez leí: el hombre tolera lo que considera inmodificable, cuando sabe que tiene solución se le vuelve intolerable. Nos han dicho siempre que nuestra democracia era "representativa", que el poder lo tienen los representantes y no el pueblo. Si lo pensamos así la situación sería inmodificable por lo cual cada vez que nos fuera mal tendríamos que esperar a las próximas elecciones para ver si nos va mejor. El poder que tienen los representantes está delegado por nosotros, los accionistas del Estado, los que aportamos el capital (por medio de nuestros impuestos) para que los directores de nuestra empresa (los tres poderes públicos) administren el país porque 30 millones de habitantes "no pueden" resolver todos y cada uno de los actos de gobierno por razones lógicas. Pero no por ello tenemos que dejar de participar. Tenemos que saber que nuestra realidad se puede modificar si nosotros la queremos modificar. Partiendo de las pequeñas cosas de la vida diaria, teniendo tolerancia cero a la corrupción a toda hora: en las calles (inspectores coimeros), en las escuelas (cooperadoras mal administradas), en las vecinales, en los trabajos, en los supermercados; en los colegios de profesionales; en los consorcios (administradores), etcétera, y fundamentalmente participar efectuando los controles al Estado que nos permite la Constitución nacional en su artículo 14 (el presidente Kirchner nombró este artículo en reiteradas oportunidades). Cualquier accionista puede querer saber qué se hizo con el dinero de sus acciones, con los actos de gobierno. Es un derecho que no se puede delegar. El destino de Argentina no está sólo en manos de nuestros representantes, está también en las nuestras y no sólo votando.
Stella Maris Coniglio


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