La noticia sobre la muerte de Bob Hope fue calificada por el Washington Post ya hace unos años como "bastante exagerada". Una ironía al gusto del humorista, que cumple hoy un siglo de vida sin haber perdido el buen humor. Hope estaba desayunando, cuando lo llamó un legislador para alarmarlo sobre su supuesta muerte. El actor, que entonces recién había cumplido 95 años, contestó que la noticia no le resultaba del todo creíble. El origen de la versión había sido un obituario emitido por error por una agencia noticiosa. Ahora que llega a los cien años, también hay una humorada disponible en el archivo de ocurrencias de Hope: "La edad es sólo una cifra, aunque en mi caso es condenadamente elevada". Sin embargo ya no se deja en ver en público. En 1996 grabó su último programa especial para la NBC, "Bob Hope Laughing with the Presidents", un año después fue distinguido como Veterano Honorario por el Congreso estadounidense y en 1998 fue consagrado caballero por la reina Isabel II de Inglaterra. "A mi padre le va bien, teniendo en cuenta su edad", dice su hija Linda, de 63 años. "Probablemente pase su centésimo cumpleaños tranquilamente en su casa con la familia y algunos amigos". Junto a su padre acaba de editar un libro "Bob Hope: My Life in Jokes", que recopila sus chistes. Hope puede ser considerado el más estadounidense de los humoristas, pero seguramente conservó algo del humor británico cuando cruzó el Atlántico a los cuatro años. "Inglaterra", dijo alguna vez, "fue el escenario de mi presentación más grandiosa: allí nací". Hope se definía como hijo de padres ingleses, "demasiado pobres para ser británicos". El traslado al Nuevo Mundo habría sido decidido por sus progenitores cuando descubrieron que su hijo "no llegaría a ser rey". Lustrabotas, vendedor de diarios, boxeador, esos fueron los primeros oficios con los que Bob se tuvo que ganar el dinero para solventar sus estudios en Cleveland (Estado de Ohio). Ejerciéndolos descubrió la felicidad de alegrar a la gente, ya con su rostro cómico, en el que sobresale la barbilla y la nariz se asemeja a una pista de esquí. Durante algunos años recorrió Estados Unidos integrando elencos de varieté, aprendiendo lo suficiente como para lograr papeles menores en musicales y espectáculos de revista en Broadway. En 1932 ya era conocido como estrella de la opereta en Nueva York, tres años más tarde tenía su propio programa de radio. Hollywood abrió sus brazos para recibir al cómico en ascenso y en 1940 conquistó celebridad mundial con "Road to Singapore", la primera de toda una serie de road-movies, coprotagonizadas en su mayoría con Bing Crosby. Hope filmó un total de 70 largometrajes. Su humor no se detuvo ante ninguna jerarquía: "El presidente Nixon entiende algo de China. Puede ordenar comida china sin pedir la carta". Republicano confeso y ferviente simpatizante de su país adoptivo, se mantuvo sin embargo con las críticas dentro de un marco patriótico. Innumerables libros registran cada detalle de su carrera: 17 veces presentó la entrega de los Oscar, cuatro veces recibió uno él mismo. También le fueron otorgados casi 50 títulos de doctor honoris causa, a pesar de que nunca llegó a estudiar en una universidad. Y ahora se denominarán "Bob Hope" plazas, calles, escuelas e instalaciones militares en casi la totalidad de los 50 Estados del país. Habrá que ver si no se le ocurre otra humorada sobre esta abundancia de homenajes en vida.
| |