París. - El gobierno francés aprobó la polémica reforma del sistema de jubilaciones y pensiones, decisión a la que contestaron inmediatamente los sindicatos con múltiples llamados a la huelga indefinida a partir del próximo martes. La iniciativa, de todas formas, debe pasar ahora por el difícil tamiz del Parlamento. El premier Jean-Pierre Raffarin mantiene su negativa a ceder y asegura que la aprobación de la reforma tal como fue diseñada es vital para sanear las cuentas públicas francesas. El jefe de gobierno recibió el apoyo explícito del presidente Jacques Chirac.
Pese a las presiones de los sindicatos y las multitudinarias manifestaciones y huelgas de las últimas semanas, el Consejo de Ministros adoptó la reforma que eleva de 37,5 a 40 los años necesarios para que los funcionarios y empleados públicas puedan jubilarse sin descuentos en su jubilación.
Los empleados del sector privado ya cotizan durante 40 años para obtener las mismas condiciones, de manera que la reforma es presentada por el Ejecutivo como el fin de un sector privilegiado, el estatal, no sólo por sus retiros anticipados.
"El gobierno cumple los compromisos que tiene con los franceses. Presenté (al Consejo de Ministros) una reforma que convertirá nuestro sistema en uno de los más generosos y solidarios de toda Europa", declaró el ministro de Asuntos Sociales, François Fillon.
El presidente Jacques Chirac intervino personalmente por primera vez y apoyó enérgicamente la reforma "urgente" de las pensiones. "El gobierno tenía que actuar y actuar sin perder tiempo, para evitar tomar algún día medidas brutales", declaró.
"Sin la reforma, en un plazo muy breve, no se podrían financiar más las pensiones debido al fuerte aumento del número de jubilados", explicó Chirac.
Un problema europeo
Más allá del caso francés, toda Europa occidental enfrenta el mismo problema: envejecimiento acelerado de la población, caída de la relación entre población activa y pasiva y déficit previsional en crecimiento. Alemania, bajo el gobierno socialdemócrata de Gerhard Schroeder, afronta una reforma similar, también con fuertes resistencias sindicales y de sus propias bases partidarias. Un cuadro similar se da en Italia, donde a una enorme deuda pública se suma un envejecimiento de la población entre los más rápidos del planeta.
Dura respuesta sindical
Varios sindicatos reaccionaron inmediatamente y multiplicaron los llamados a la huelga indefinida a partir del martes. Sólo dos de los siete gremios principales aceptaron la reforma, entre ellos la CFDT, uno de los dos mayores sindicatos del país.
En cambio, la CGT, cercana a los comunistas, el otro gran sindicato francés, continuó la movilización y varias de sus secciones llamaron a iniciar una huelga indefinida a partir del martes en los transportes públicos principalmente.
De concretarse, el movimiento afectará los transportes públicos en las grandes ciudades, como el metro de París, así como el tráfico ferroviario. Los sindicatos de la enseñanza también convocaron para el próximo martes su décima jornada de huelga desde el inicio del curso escolar en septiembre pasado.
Los maestros lideran el movimiento de protesta contra la reforma y contra el proyecto del Gobierno de descentralizar 100.000 puestos de trabajo.
La adopción de la reforma por parte del gobierno causó el enfado inmediato de cerca de 300 aduaneros que bloquearon la frontera con España en el Perthus (suroeste), provocando grandes atascos. Cinco sindicatos también llamaron a la huelga indefinida a partir del 3 de junio.
El primer ministro, Jean-Pierre Raffarin, anunció que había llegado el momento del tratamiento parlamentario. La Asamblea Nacional podría adoptar la reforma antes de las vacaciones de verano (boreal). La batalla ya empezó: los comunistas anunciaron que iban a presentar más de 10.000 enmiendas. (AFP)