Con Damián Manso en la cancha, Newell’s juega mejor. Y de esto no quedan dudas. Ayer volvió el Piojo y el equipo rojinegro dispuso de la usina futbolística para generar los espacios y encontrar las diferentes variantes ofensivas para vulnerar al rival. Claro que la desazón de los hinchas fue la misma que evidenció el diez leproso cuando sus compañeros no pudieron convertir goles en las distintas ocasiones que supieron crear. Pero más allá de esto, no quedan dudas de que con él como conductor todo se hace mucho más sencillo para el Bambino y sus dirigidos. Manso hizo la pausa, habilitó con certeza a los hombres de punta, eludió rivales y pisó con mayor frecuencia el área adversaria. Por supuesto que le faltó continuidad, porque por momentos se tomó unos minutos para recuperar oxígeno, pero esto es algo más que lógico cuando estuvo en duda hasta el jueves por la lesión que padeció en la rodilla derecha. Como saldo positivo del empate registrado anoche en el Coloso quedó el buen entendimiento que exhibió Manso con Diego Villar, un juvenil que también mostró ductilidad e inteligencia para incrementar la producción ofensiva.
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