Año CXXXVI
 Nº 49.851
Rosario,
sábado  24 de
mayo de 2003
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Inversiones para que el agua sea una oportunidad

Rubén Arrascaeta

Pobreza y hambre son causa y efecto de un mundo peligrosamente desequilibrado que necesita imperiosamente programas de inversión y desarrollo.
Si bien la FAO sostiene que 800 millones de habitantes en el mundo (14%) sufren hambre, lo cierto es que sólo un 30% vive bien (hay estadísticas de demanda que los avalan) con sistemas de producción que abastecen generosamente sus necesidades. Quiere decir que un 70% tiene algún déficit, ya sea en educación o bienes de consumo. La misma FAO reconoce que la mitad de la población (3 mil millones) no tiene agua potable.
Si bien las responsabilidades son compartidas por los organismos internacionales, es el dirigente regional el que debe asumir la suya sin demagogia, si quiere hacer algo por su pueblo.
El liderazgo debe ejercerlo con vocación de estadista. Concretamente, la falta de infraestructura que aproveche sustentablemente los recursos naturales, es una asignatura pendiente.
Apenas asumió Lula la Presidencia de Brasil viajó con su gabinete al nordeste, donde 30 millones de habitantes están por debajo de la línea de pobreza. Fue el puntapié inicial para su programa de gobierno "Hambre cero", que en principio recibirá el apoyo de la FAO de un millón de dólares.
Se trata de una región extremadamente seca, por largos períodos no llueve. Entonces cabe la pregunta: cómo es posible que estando rodeados de cuencas hidrográficas como la del Amazonas o el río San Francisco, con caudal total de 220 mil metros cúbicos por segundo que arrojan al mar (12 veces el volumen de las 5 cuencas de Europa Occidental) no cuenten con riego artificial.
Según el director de la FAO, Jacques Diouf, lo ideal sería eliminar el hambre en un 50% al año 2015, otros lo estiman posible al 2030, teniendo en cuenta que la población aumentará durante ese lapso en 2 mil millones de personas. En esa línea, el agua dulce destinada a la agricultura debería aumentar el 15%, sin contar la industria y el uso doméstico. Es evidente que estamos ante una crisis donde muchos países la pasarán mal.
El 96% del agua disponible en el mundo es salada. Desalinizarlas y transportarlas por acueductos es costoso. Respecto del agua dulce, la mitad está e los casquetes polares, lejos de las zonas de producción de alimentos. El restante proviene de las lluvias y parte las retienen las cuencas hidrográficas. Conviene saber que la tercera parte las dispone América del Sur (250 mil metros cúbicos que arroja el mar por segundo), y no es poca cosa porque puede darle a cada habitante del planeta hipotéticamente 3.600 litros de agua dulce por día, cubriendo la seguridad alimentaria y la industria.
Siendo el Mercosur uno de los mayores exportadores de alimentos, cuesta entender que tenga un porcentaje elevado de personas mal nutridas.
La agricultura necesita inversiones en infraestructura relacionadas con el agua, con el regadío artificial. Tierras para la explotación agropecuaria hay en abundancia, sólo faltan programas para ocupar los espacios, dos tercios del continente están vacíos.


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