Año CXXXVI
 Nº 49.850
Rosario,
viernes  23 de
mayo de 2003
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El sueño cumplido. Del otro lado nadie se quiso perder el primer día
En Victoria fue una fiesta y la gente se emocionó con la llegada de cada rosarino
Adornaron sus casas con banderas argentinas. Hubo murgas y batucadas y todos salieron a la calle

Eugenia Langone / La Capital

Victoria fue el escenario de una verdadera fiesta popular. Sus habitantes esperaron a los rosarinos para darles la bienvenida. La cabecera victoriense estuvo cargada de emoción. Hubo bailes, murgas, batucadas y hasta los funcionarios se aflojaron la corbata para unirse a los festejos.
También hubo acto oficial, pero la gente en realidad sólo quería ver llegar a los primeros vehículos. "¡Bravo! Lo logramos", se escuchó decir a más de uno, ante la atónita mirada de un conductor rosarino que jamás pensó recibir tamaña bienvenida. "No lo puedo creer", fue lo que repitió una mujer que junto a sus hijos se adelantó a cruzar el puente apenas habilitado. Es que el festejo sorprendió.
Lo cierto es que ayer el protagonismo se lo llevaron los habitantes de Victoria, que luego de tanto esperar festejaron sin pompas ni protocolo.
Llegaron temprano a la cabecera del puente, con el mate abajo del brazo para contrarrestar el frío. Entre gritos y aplausos, recibieron a su intendente, Jorge Valverde, y a las autoridades provinciales.
El que se llevó la peor parte durante la ceremonia fue el gobernador de Entre Ríos, Sergio Montiel, al que quisieron echar al grito de "que se vaya". También hubo carteles y pancartas que decían: "(Carlos) Menem lo hizo".
Emocionados, así se vio a la mayoría. Incluso, el propio intendente Valverde no pudo pronunciar su discurso porque la voz se le quebró. "Es un día histórico y lo vamos a festejar a lo grande", dijo después el jefe comunal, mientras los vecinos gritaban: "Viva la patria".
El intendente de Rosario, Hermes Binner, también cruzó la conexión vial para estar en los festejos y tuvo de las mejores recepciones. Firmó autógrafos a todos los que se acercaron y no faltaron quienes ya lo proclamaban gobernador de la provincia de Santa Fe.
Y nadie se privó de ser parte de la fiesta. Al intendente Valverde se lo vio bailando con sus vecinas, al igual que al presidente del Concejo Deliberante de la localidad entrerriana, Carlos Claro Díaz, quien se desajustó la corbata para empezar a moverse al ritmo de la batucada.
Los centros tradicionalistas de la ciudad también estuvieron con sus atuendos típicos. "Estamos en todos los acontecimientos importantes de la ciudad, así que en este día histórico no podíamos faltar", aseguró Mario Roldán, del centro El Estribo.
Pero además de los festejos, los victorienses tienen todos sus anhelos puestos en el puente que ya une su ciudad con Rosario. Ese es el caso de Alberto (43 años), desocupado hace cinco años, quien con esperanza expresó: "Estoy contento, pero espero sobre todo que la ciudad prospere y que todos tengamos trabajo".
El mismo deseo manifestó Edith. "Tengo 63 años, nací y crecí en Victoria, y no puedo creer estar viviendo este momento. Ojalá que el progreso y el bienestar lleguen ahora a la ciudad", comentó.

De Porto Alegre a Victoria
Mientras la murga hacía sonar los redoblantes, Rejane Da Silva bailaba haciendo flamear las banderas argentinas y brasileñas. Es que nació en Porto Alegre (Brasil), pero desde hace 12 años vive en Victoria. "Este es un sueño que tenían desde hace tiempo los entrerrianos y se cumplió. Ahora esta zona será una de las más importantes del Mercosur y lo tenemos que aprovechar", dijo la mujer.
Más allá de la cabecera del puente, toda la ciudad se sumó a la fiesta. Las casas tenían en las puertas y ventanas banderas argentinas, y los vecinos se quedaban en la vereda para no perderse nada.
Y así todos hicieron un cordón al costado de la ruta para recibir a los primeros vehículos que llegaban desde Rosario haciendo sonar sus bocinas. Oscar Olmos fue uno de los que encabezó la caravana de miles de autos y aseguró al ingresar: "Antes tardaba una eternidad, ahora llegué en 40 minutos y no lo puedo creer".
Así vivió Victoria, a pura emoción, el primer día del sueño cumplido.



Bienvenidos, fue el mensaje unánime de los victorienses.
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