Año CXXXVI
 Nº 49.850
Rosario,
viernes  23 de
mayo de 2003
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Editorial
Indulto polémico

Al presidente Eduardo Duhalde le tocó gobernar en una de las peores épocas de la historia argentina. Cuando se sentó en el sillón de Rivadavia, el saliente jefe del Estado se topó con un país en llamas y, más allá de cualquier evaluación política o ideológica que pueda realizarse, resulta innegable que el estado de las cosas es distinto -y mejor- en el presente, con variables económicas de nuevo en marcha y una notoria pacificación de la sociedad. Sin embargo, antes de entregar los atributos a su sucesor Néstor Kirchner el primer mandatario tomó una decisión de alto voltaje político, que ha provocado polémicas: indultar a los guerrilleros que intentaron copar el regimiento de La Tablada en enero de 1989 y a los militares que se amotinaron contra la democracia en diciembre de 1990.
Las dos figuras emblemáticas que se ven beneficiadas con la resolución presidencial son el ex coronel Mohamed Alí Seineldín y el ex líder del ERP Enrique Gorriarán Merlo. "Se trata de una medida excepcional que busca cerrar un capítulo oscuro de la historia de enfrentamientos y violencia entre hermanos", fundamentó el jefe de Gabinete, Alfredo Atanasof. Y si bien no se debe dudar de la transparencia de las intenciones presidenciales, corresponde preguntarse en primer término si el indulto es oportuno, y en segunda instancia si responde con legitimidad a los propósitos que le dieron base.
Y ciertamente que resulta complejo contestar de manera afirmativa a ambas cuestiones, sobre todo a la última. Porque si ya presenta flancos cuestionables el que el presidente haya esperado a los últimos días de su gestión para tomar una decisión tan trascendente, la revitalización de la extendida sensación de impunidad en la Argentina que aquélla provoca como rebote inmediato tampoco merece ser evaluada como beneficiosa.
La opinión de la ciudadanía -a la que hoy preocupan, esencialmente, las cuestiones económicas- será, como siempre, la más importante. Pero más allá de que los efectos del indulto terminen siendo a la larga positivos, difícilmente amerite elogios una disposición que de nuevo pone en evidencia la peligrosa dependencia que en el país tiene un valor clave como la justicia en relación con el poder político de turno.


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