Jerusalén. - Israel seguía pensando ayer en los pros y los contras de un eventual destierro del presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Yasser Arafat, de los territorios ocupados, luego una serie de atentados que causaron 17 muertos desde el sábado pasado. Israel acusó al anciano dirigente de incitar al odio después de tres atentados en 12 horas entre sábado y domingo, a los que se sumaron dos más este lunes. Un portavoz del gobierno israelí, Avi Pazner, lo acusó de haberse aliado con los movimientos integristas Hamas y Jihad Islámica para sabotear los esfuerzos de paz del primer ministro palestino Mahmud Abbas (Abu Mazen). "Estamos confrontados a una alianza fatal entre las organizaciones terroristas palestinas y Arafat, que hace todo lo que está en sus manos para torpedear los esfuerzos iniciados por Abu Mazen y (el primer ministro israelí) Ariel Sharon para reactivar el proceso de paz", afirmó Pazner. El diario Haaretz afirma que fuentes palestinas indican que la ola de atentados era un claro mensaje no sólo de Hamas y Jihad sino también de las Brigadas de Al Aqsa, del partido Fatah de Arafat, dirigido a Abu Mazen. Israel se abstuvo de responder a los atentados mediante una operación militar importante para no desestabilizar al gobierno de Abbas, pero estudió la posibilidad de expulsar a Arafat. "(Los palestinos) no han tenido realmente la oportunidad de ver lo que significa vivir o comportarse y actuar sin que Arafat llame a disparar", declaró Raanan Gissin, portavoz de Sharon, en alusión a la desaparición del presidente iraquí Saddam Hussein. El viceministro israelí de Defensa, Zeev Boim, fue todavía más explícito: "Pensamos que bastaba con aislar a este superterrorista (Arafat) en la Mukata (su cuartel general en Ramalá, Cisjordania), pero aparentemente es insuficiente". "Es notorio que apruebo su expulsión y no excluyo que se decida en el futuro si sigue siendo un obstáculo para la paz y alentando el terrorismo", afirmó el ministro de Defensa, Shaul Mofaz, estimando sin embargo que "el momento no se prestaba" a una decisión de ese tipo.Sharon descartó por ahora dicha eventualidad y agudizó el aislamiento de Arafat, prohibiendo a todos los responsables israelíes reunirse con diplomáticos o políticos extranjeros que prevean una entrevista con Arafat. "Abu Mazen no tiene ni una posibilidad entre un millón de tener éxito bajo la férula de Arafat. Su presencia es la garantía de que la «Hoja de ruta» no se aplicará jamás", estimó Shmuel Sandler, profesor de ciencia política de la universidad Bar Ilan de Tel Aviv. "Mientras él siga allá, no se avanzará. Es más peligroso que nunca porque sabe que lucha por su lugar en la historia", advirtió. Desterrando a Arafat, Israel podría volver a encarrilar el proceso de paz, pero provocaría airadas reacciones en Europa, estimó Sandler. "Israel no tiene opción y debe esperar. De todos modos, con el tiempo, terminará por morirse", agregó. Ayer la Casa Blanca volvió a decir lo que piensa sobre Arafat. "Nunca jugó previamente un papel útil. No sé qué papel está jugando ahora, pero nunca antes ayudó", afirmó el portavoz Ari Fleischer, quien sin embargo desechó la expulsión de Arafat. (AFP)
| |