Jorge Levit / La Capital
Mientras todo el mundo tenía su atención puesta en la guerra de Irak, Fidel Castro aprovechó la oportunidad para arrestar a miembros de la oposición política y luego fusilar tras juicios sumarios a tres personas que habían secuestrado una lancha para escapar a Miami. Tal vez su agudo instinto político esté declinando porque pese a las bombas que caían sobre Bagdad, la opinión pública mundial reaccionó con estupor sobre lo que estaba pasando en la isla caribeña. Y Cuba no pudo pasar desapercibida. Pero desconocer los méritos de Castro para sobrevivir ante situaciones hostiles es no haber interpretado bien la historia de la revolución cubana. Haber resistido desde hace 44 años a todo tipo de agresiones, invasiones, embargos comerciales y guerra sucia lanzada tanto por gobiernos republicanos como demócratas norteamericanos es sin duda un logro ejemplar. Con la ayuda de la ex Unión Soviética o sin ella, Cuba se las arregló para ser independiente y distribuir sus magras riquezas entre su población en forma más justa que el resto de los países del continente. Fidel puede exhibir con orgullo un pueblo educado, con acceso a la salud y relativamente bien alimentado. Cuba no es más pobre que sus vecinas Haití y República Dominicana. Ni mucho menos que Nicaragua, Honduras o Guatemala. En todo caso, es una isla que también padece la pobreza endémica de la región centroamericana y caribeña, pero con una gran diferencia: lo poco que hay se reparte mejor. Esos son los logros que puede exhibir Fidel, pero también afloran sus miserias. Fidel explicó que el fusilamiento de algunos de los secuestradores de la embarcación cubana que pretendían llevar a Miami formaba parte de un ataque a gran escala pergeñado desde Estados Unidos para justificar una intervención militar en la isla. Y mencionó que durante los días previos a esa acción dos aviones cubanos también habían sido secuestrados con el mismo propósito. Entonces, justificó la pena de muerte a tres de los autores del asalto al barco como una señal política para demostrar la severidad del gobierno a la hora de enfrentar a los grupos terroristas. Pero no evaluó, tal vez, que las ejecuciones sumarias están más emparentadas con los regímenes dictatoriales que con las democracias modernas. Aplicar la pena de muerte sin más trámite y con dudoso derecho a la defensa es, cuanto menos, regresar varias décadas atrás en la historia contemporánea de los pueblos de la región. Pueblos que, con la permanente intervención de los Estados Unidos a través de las invasiones militares o presiones políticas y económicas, han sufrido las peores tiranías del siglo XX. Somoza en Nicaragua, Trujillo en República Dominicana, Duvallier en Haití y tantos otros nombres que repugnaron al mundo tuvieron, en su momento, el apoyo de quienes hoy le exigen a Fidel respeto por los derechos humanos. En realidad, ningún país de la región se ha caracterizado durante el último siglo por la pluralidad de las ideas. Y eso también incluye a Cuba. Un país que durante 44 años mantiene al frente de su gobierno a una misma persona denota su incapacidad por renovar su estructura y, al mismo tiempo, es la señal más clara de debilidad política interna. Las bases de una sociedad plural no pueden depender sólo del talento o declinación de su líder. Fidel está viejo y tal vez las decisiones políticas que tomó durante las últimas semanas no las hubiera adoptado 30 años atrás. Ahora, algunos intelectuales que siempre lo han mirado con simpatía han salido a criticarlo y a cuestionarle la ejecución de los prisioneros. Hasta el líder más astuto comete errores y parece que pese a los intentos por explicarlo, Fidel se equivocó y muy feo. Es probable que cuando Fidel muera nada mejor les espere a los cubanos si continúa como ahora un gobierno que se sustenta sólo en la figura y decisión de un solo hombre. La Cuba post Castro podría ser anárquica porque la lucha de los opositores se reavivará y la presión de los cubanos exiliados en Miami de tomar por asalto la isla se incrementará. Y tal vez lo logren. Cuba podría volver a integrar el grupo de pequeños países de la región donde la mortalidad infantil es una de las más altas del mundo, el analfabetismo es gigante y la desnutrición avanza día a día. Pero estas indignidades podrían evitarse si organiza una transición democrática para renovar verdaderamente la dirigencia política y la isla se prepara para vivir sin la figura paternalista de Castro. Democracia con desarrollo económico y Fidel retirado es el mejor futuro posible para los cubanos. [email protected]
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