 |  | cartas La tragedia de Santa Fe
 | Dice un viejo proverbio que cuando un ignorante calla deja de ser ignorante, pero cuando habla, opina y aconseja es un cínico. Esto es lo que se ha visto, escuchado y leído estos días de muchísima gente al opinar sobre la terrible tragedia de las inundaciones en Santa Fe, un verdadero cinismo, especialmente el periodismo televisivo porteño que opina sin tener la más mínima idea de lo que significa la magnitud del volumen de agua que genera una lluvia de alrededor de quinientos milímetros en tan poco tiempo. No existen obras racionales que se puedan construir para contener o encauzar semejante volumen. El río Salado es un río de llanura en una zona practicamente plana, donde la cota del lecho casi coincide con la cota de nivel piezométrico de la media del río Paraná, por lo tanto es inútil canalizarlo o profundizarlo, habría que ampliarlo, pero para evacuar 500 mil metros cúbicos de agua por kilómetro cuadrado se necesitaríria como mínimo un río de diez kilómetros de ancho, pero el Salado en Santa Fe tiene sólo un kilómetro de ancho. Además no tiene sentido amurrallarlo, pues la cota de fundación de la ciudad está muy por debajo del nivel del río en crecientes máximas, esto significa que el agua por vasos comunicantes de una u otra manera inundaría la ciudad. Por último y como ejemplo, si en la cuenca del Ludueña y del Saladillo cayera esa misma magnitud volumétrica de agua que cayó en la cuenca del Salado en tan corto tiempo, puedo asegurar técnicamente, con conocimiento del tema, que en pocas horas las calles de Rosario de dirección oeste-este se transformarían en unos torrentes de uno o dos metros de altura de agua evacuando velozmente hacia el Paraná. Por eso este tema tan delicado debe ser tratado con mucho cuidado y por conocedores del tema. Ingeniero Juan Carlos Bressan
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