Año CXXXVI
 Nº 49.842
Rosario,
jueves  15 de
mayo de 2003
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cartas
Mi recuerdo al libro de lectura

En mi carácter de ex maestro y como sana justicia y real agradecimiento le brindo hoy este sincero recuerdo al libro de lectura. Su vida activa comenzaba con el inicio de las clases. Los alumnos en cada hogar se preocupaban por tener su libro bien presentado y de esa manera algunos aparecían prolijamente forrados con papel liso, con papel madera, o con ese género floreado llamado cretona. Su valor didáctico fue incuestionable. Los maestros teníamos en el libro de lectura un elemento de trabajo que contribuía a la capacitación y a la formación integral del alumno. Su manejo era diario y comenzaba con la lectura modelo del maestro como fundamento para ejercitar la correcta pronunciación y la buena y clara dicción. Se marcaban los términos cuyo significado se desconocía y en sus hogares o en el aula el alumno con el correcto uso del diccionario dilucidaba la incógnita. En torno a la lectura se realizaban tareas múltiples tales como: escritura de oraciones con los términos buscados en el diccionario, redacción de composiciones ilustradas con el tema de la lectura, confección de carteles que se colocaban en los frisos del aula con palabras de la lectura y que llamábamos vocabulario de uso que el alumno consultaba agudizando la memoria visual y evitando errores en la escritura. Además, el libro de lectura contaba con índices que brindaban al alumno el material para las celebraciones patrias, para la formación moral, para la formación cívica y para todas las conmemoraciones. En sus lecturas los alumnos encontraban el material para una real capacitación. Querido libro de lectura, estas humildes palabras que nacen de mis sentimientos son para vos que tanto hiciste por nuestros hijos espirituales. Tal vez, si algún maestro o un ex alumno lee este escrito sentirá la misma emoción que hoy me embarga.
Néstor Blaiotta, ex rector del
Instituto C-82, Berabevú, Santa Fe


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