Año CXXXVI
 Nº 49.842
Rosario,
jueves  15 de
mayo de 2003
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Catástrofe. Aseguran que el Estado fue irresponsable y debe indemnizar
La relocalización de los inundados no implica sólo un nuevo lugar donde vivir
Un ambientalista santafesino mostró su preocupación por el drama social, además del desastre ecológico

Carlos Pulvirenti / La Capital

"Miles de afectados eran cuentapropistas y ahora son desocupados. No sólo habrá que ver adónde van a vivir sino cómo se les va a devolver los medios de trabajo. Los que vuelvan, lo harán con los bolsillos vacíos y habría que pensar en una indemnización por las irresponsabilidades cometidas por el Estado", sentenció el ambientalista Jorge Cappato, quien desde que el río Salado irrumpió en Santa Fe sostiene que la catástrofe se podría haber evitado.
"Hay que relocalizar a los afectados en todo sentido, no basta con devolverle a la gente casas nuevas sin trabajo, o en lugares alejados donde le cueste readaptarse", dijo Cappato, y recordó "casos históricos" como el de Federación (Entre Ríos), donde se trasladó una ciudad entera, y "el triste hecho de los relocalizados de Yacyretá".
Por esta razón, espera que los créditos que lleguen a Santa Fe "se usen en forma inteligente y bien administrados, para que no sólo vayan a grandes empresas que construyan nuevos y más altos terraplenes sino que también se pueda indemnizar a la gente por todo lo que perdió".
Cappato es profesor de química y ecología social egresado de la UNL. Además es periodista, dirige la Fundación Proteger, es coordinador de la Federación Amigos de la Tierra e integra el Foro Global 500 de las Naciones Unidas. Y aunque esta vez la inundación no lo afectó materialmente supo en otras ocasiones lo que implica ser autoevacuado.
"Me pasó en 1992 y 1998, he estudiado mucho el tema. Esta catástrofe es una muestra gratis de lo que puede acontecer en el Litoral fluvial argentino frente al deterioro de la cuenca del Plata y las futuras grandes crecidas del Paraná. Este llamado de atención es el último y debe ser escuchado", alertó Cappato.

"No fue casual"
"Este desastre no fue casual. Hubo imprevisión e irresponsabilidad al tener 150 mil personas en una zona baja y vulnerable con un elevado riesgo hídrico y no haberle prestado atención al mantenimiento y terminación del terraplén defensivo. La Municipalidad prefirió hacer una costanera nueva y si ese material refulado se hubiese usado para terminar el terraplén, esto se hubiese evitado", aseguró al borde de la indignación.
Otro factor agravante para el ambientalista es la autopista Rosario-Santa Fe "por el modo que se construyó", ya que tiene un solo aliviador que tuvo problemas en una crecida anterior por tener una luz insuficiente. "Esa lección se debería haber aprendido en el 83, cuando la ruta 168 hizo de dique y mucha gente se inundó. Luego se fueron abajo los puentes aliviadores y el puente colgante", recordó.
En cuanto a lo previsible de la catástrofe, Cappato se lamentó de que no se haya previsto "un sistema de alertas tempranas y de monitoreo permanente" (ver aparte) y abogó por replantear las obras públicas y los planes ante emergencias. En este sentido, sugirió convocar a técnicos y dar participación a la población civil. "Antes de refundar Santa Fe, como ahora dicen los políticos, hay que refundar el Estado. En los puestos críticos hay que poner a la gente que tiene experiencia y capacidad", exigió.

Caldo de cultivo
Sobre el riesgo sanitario al bajar las aguas, sostuvo que es incalculable. "En los barrios donde quedó el agua estancada luego de cerrarse la brecha -explicó- se formó un caldo de cultivo gigante con materia fecal de los pozos ciegos que rebasaron, miles de toneladas de basura doméstica y otras miles producto de los cordones de minibasurales que el cirujeo acumuló por años", indicó, y agregó otro factor de riesgo: los productos químicos -algunos peligrosos como el cromo- usados por las industrias metalúrgicas afectadas por la inundación.
Cappato indicó que mucha gente afirma que tiene ronchas y problemas de irritación de la piel y las vías respiratorias por olores muy penetrantes que "no sólo son atribuibles a la descomposición de materia orgánica". A ello le agregó la descomposición de animales muertos y otros residuos.
Mientras tanto, la Fundación Proteger ya encaró una serie de acciones para contribuir a paliar en lo posible los efectos de esta tragedia. Entre las actividades, hay unos 30 voluntarios que se dedican a bañar a los pequeños que están en centros de evacuados del ferrocarril y del club Regatas. "Además adoptamos a unas 12 familias de autoevacuados que están alojadas en casas de clase media que perdieron todo", dijo el ambientalista, no sólo preocupado por el desastre ecológico que deberá enfrentar la ciudad sino también por el drama social que ya empezó a mostrar los dientes.



No sólo hay que ver dónde vivirán sino cómo ayudarlos. (Foto: Hugo Ferreyra)
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