Uno de los acusados por el asesinato de un repartidor de bebidas, que fue fusilado de dos disparos en un intento de robo ocurrido en noviembre del año pasado en barrio Ludueña Sur, cayó detenido ayer tras una larga búsqueda que incluyó un allanamiento fallido en una vivienda donde se realizaban ritos umbanda. Ahora la policía sigue tras las pistas de un cómplice que logró sortear el cerco, pero que está identificado.
El arresto se produjo durante un allanamiento que practicó la Brigada de Homicidios en una vivienda de Navarro al 5300. Los agentes buscaban a Leonardo Jesús Barros, de 20 años, también conocido por su apodo de Rusi, quien fue acusado por varios testigos de ser quien el 20 de noviembre del año pasado mató a Cristian Guevara, un repartidor de Naranpol que resistió el asalto de dos hombres frente a la puerta de su casa de San Lorenzo 5225.
Aquella mañana, Guevara fue apretado por dos jóvenes armados cuando salía hacia su trabajo. De acuerdo a lo que se pudo reconstruir del caso, el repartidor llevaba 2.400 pesos que había recaudado el día anterior y que debía entregar esa misma mañana. Por eso se resistió a entregar su cartera y uno de los matones le descerrajó dos disparos. Un tiro lo alcanzó en el pecho y el otro en el abdomen. La víctima fue auxiliada por sus vecinos y su esposa, Carmen Fernández, quien salió a la calle alertada por las estampidas. Pero Guevara murió enseguida.
El aporte de testigos
Toda la secuencia del homicidio fue presenciada por cinco personas que en un primer momento se cerraron en un total hermetismo pero que, con el paso del tiempo y el invalorable trabajo de convencimiento que llevó adelante la viuda, aportaron invalorables datos a los investigadores y en más de una oportunidad convocaron a los pesquisas cuando veían transitar por las calles del barrio a los maleantes.
En sus declaraciones, los testigos coincidieron en apuntar que quien disparó contra Guevara era Rusi, un joven con varios antecedentes penales de robos calificados desde que era menor de edad. El cómplice, un vecino del propio Guevara al que apodan Pusi, de 25 años, y al que la policía identificó como Juan Marcelo Silva.
Con todos esos datos en su poder, los pesquisas realizaron varios allanamientos los primeros días de enero pasado. Entre los lugares requisados estuvieron los domicilios de Silva, en Humberto Primo al 2100, y el de Barros, en Puelches al 100. A fines de abril, y a partir de datos recopilados en la causa, también hicieron un procedimiento en Brown al 2100 y en un templo umbanda en el cual la mai del lugar, Eva Soria, de 43 años, admitió haberlos protegido algunos días pero desconocer sus paraderos.
En el marco de esos operativos, la viuda de Guevara y sus vecinos dieron aviso a los agentes de Homicidios de cada vez que los asesinos merodeaban el barrio. Así pudieron decirles que Silva estuvo vendiendo pescado en un puesto instalado en Humberto Primo y Felipe Moré durante Semana Santa, que Barros había estado en Felipe Moré y Santa Fe a mediados de la primera semana de mayo y otros tantos datos. Pero la policía nunca los encontraba.
Sin embargo, ayer a la mañana Barros fue sorprendido en una casilla de Navarro al 5300 y los policías lograron atraparlo. Allí le incautaron un revólver calibre 32 que ahora deberá ser peritado para definir si es el mismo con el que ejecutó al distribuidor.