Año CXXXVI
 Nº 49.834
Rosario,
miércoles  07 de
mayo de 2003
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Dolor e indignación en Colombia por la muerte de diez rehenes de las Farc
Familiares de las víctimas cuestionan al gobierno de Alvaro Uribe por el fallido operativo militar de rescate

Bogotá. - El gobierno de Colombia enfrentó ayer una lluvia de críticas por insistir en rescatar por la fuerza a secuestrados en poder de la guerrilla, luego del asesinato de dos políticos y ocho militares, rehenes de las Farc, durante una operación militar para liberarlos. La muerte de los rehenes somete a una enorme presión al presidente Alvaro Uribe, en un país dolorido que exige se privilegie un acuerdo humanitario, sobre las operaciones militares, para liberar a cientos de secuestrados. Los principales cuestionamientos fueron hechos por familiares de secuestrados, quienes, aunque fustigaron a las Farc, reclamaron al gobierno por sobreponer la fuerza a la negociación de un acuerdo humanitario que permita el intercambio de secuestrados por rebeldes en prisión. "Nunca acepté. Siempre le dije al gobierno que no quería rescate", sostuvo ayer Yolanda Pinto, esposa del gobernador del noroccidental departamento de Antioquia, Guillermo Gaviria, quien fue asesinado el lunes junto a su asesor de paz, el ex ministro de Defensa, Gilberto Echeverry, y ocho militares.
En cadena de radio y televisión, el lunes, Uribe asumió la responsabilidad de la operación en que unidades especiales del ejército intentaron rescatar a 13 secuestrados de un campamento de las Farc cerca de la norteña población de Urrao, en Antioquia. "Todos los secuestrados tienen que volver vivos al lado de sus familias, no muertos como el mío", agregó Pinto, quien dijo haberse enterado de la operación apenas la noche del lunes cuando Uribe lo informó al país.
En medio del dolor y la indignación que este hecho ha producido, el mandatario advirtió ayer que el gobierno "se está preparando para ir detrás" de los jefes de la guerrilla, a los que calificó como unos "matones profesionales". Al reiterar su dolor y rechazo por el asesinato de diez rehenes, el mandatario renovó su compromiso en la lucha contra el terrorismo. "Nos estamos preparando para ir detrás del señor (Manuel) Marulanda y del señor (Jorge) Briceño -líderes de las Farc- para que este país, paso a paso, derrote a estos matones profesionales, quienes han posado tantas veces de señorones con discursos engañando a la dirigencia política del país e internacional", declaró Uribe.
Cinco helicópteros Black Hawk, dos arpía y un avión AC-47 participaron en la operación, que venía siendo preparada desde hacía una semana, según los altos mandos militares, que ayer defendieron su obligación de rescatar a los rehenes de la guerrilla. En la operación el ejército no hizo un solo disparo: cuando sus hombres llegaron los guerrilleros habían asesinado a los rehenes y huido. "El presidente de la república determina qué acción tomamos, pero la obligación nuestra es rescatar a los colombianos secuestrados y llegar a los sitios donde se requiere nuestra presencia y donde la gente esté siendo ofendida por los bandidos", dijo el comandante del ejército, general Carlos Ospina.

Ruleta rusa
Yolanda Pulecio, madre de la dirigente política Ingrid Betancourt -en poder de las Farc desde el 23 de febrero de 2002-, expresó también su rotundo rechazo a las operaciones de rescate, al señalar que "sabemos que la orden de la guerrilla es matar a los rehenes cuando se intenta una liberación a la fuerza". "No se puede jugar a la ruleta rusa con la vida de los rehenes", declaró a su vez la hija de la ex candidata.
Paralelo a las críticas, los familiares de secuestrados rogaron al gobierno y a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc) deponer actitudes intransigentes y buscar el pacto humanitario. "¿Cómo diablos pasa eso, después de tanta lucha, de implorar por un acuerdo humanitario? Le suplico al presidente que modifique su actitud y se siente a dialogar. ¿Qué espera? Por favor, piense y ceda", dijo Lucy Artunduaga, esposa del ex senador Jorge Gechem, cuyo secuestro llevó a la ruptura de un diálogo de paz el 20 de febrero de 2002.
Las Farc exigen la liberación de unos 600 rebeldes en prisión, a cambio de una veintena de políticos, tres estadounidenses y unos 50 uniformados en su poder, pero Uribe reclama, no solo esa lista de "canjeables", sino a las 800 personas cautivas por la guerrilla. (AFP y DPA)



El féretro de uno de los cautivos es trasladado.
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