Omar Ricardo Gutiérrez recuerda que era la primera semana de marzo. Dejó a la mujer y los siete hijos en casa y se fue temprano al banco. Hizo lo de siempre: puso la tarjeta electrónica en el cajero, marcó su clave y pidió un saldo de la caja de ahorros donde cobra una jubilación de 550 pesos. Cuando vio el monitor estuvo a punto de desmayarse: según el banco, tenía disponibles en efectivo 12.909.248,48 pesos y otra cifra que él ni siquiera comprende (695.574.909,76 pesos) para hacer compras a través de una tarjeta de débito en comercios adheridos.
"Sentí miedo y me temblaron las piernas. No entendía qué estaba pasando porque jamás vi una cantidad así de plata", recuerda. No tocó un peso y avisó al banco, que varios días después transfirió el dinero a otra cuenta. Ahora el hombre quiere un reconocimiento a su gesto y acaba de hacer una movida novedosa para conseguirlo: planteó una demanda judicial en la que pide una recompensa.
En el Banco de Santa Fe, que es donde ocurrió este insólito episodio, admiten que depositaron por error en la cuenta de Gutiérrez los casi 13 millones de pesos. Funcionarios que exigen anonimato reconocen que se trata de "un error frecuente" atribuible a fallas humanas o tecnológicas, pero al mismo tiempo reconocen que este es un caso fuera de lo común por las cifras acreditadas en esa caja de ahorros. De todos modos niegan derecho al jubilado de exigir una recompensa y dicen que en realidad no devolvió nada porque jamás tuvo dinero en las manos.
Pedro Nefonte, el representante legal de Gutiérrez, cree que no es así. En un texto de 21 páginas que entregó el viernes al juez civil Rodolfo Bruch, el abogado dijo que si el hombre hubiese querido utilizar ese dinero lo habría hecho. "Por eso es igual que si hubiera tenido los billetes en la mano", sostiene.
Sin saber qué hacer
Gutiérrez recuerda que cuando encontró esa cifra en su cuenta al principio no supo qué hacer. Durante varios días regresó a distintos cajeros automáticos de la red Link y comprobó una y otra vez que el dinero seguía disponible. "Además de no poder creerlo, tenía mucho miedo porque no sabía qué podía pasar con un dinero que no era mío", confiesa.
Según los tickets extendidos por los cajeros que el abogado Nefonte presentó al juez Bruch, pasaron casi 30 días hasta que finalmente el banco dejó el saldo en cero, posiblemente transfiriendo la suma a la cuenta correcta.
En el banco, en cambio, dicen que fueron sus funcionarios quienes admitieron el error y que lo corrigieron el mismo día. "Este hombre se está tirando a la pileta para ver si puede sacar una tajada de un episodio desafortunado", contragolpean.
A Gutiérrez nada de esto le importa ahora. Jubilado de la policía hace un par de años, jura que es un hombre honesto y que la única vez que vio 12 millones de pesos juntos fue en alguna ocasión en la que le tocó custodiar el tesoro de un banco, cuando aún ejercía. Aunque apenas ha pasado los 40 años, obtuvo la jubilación por invalidez porque en 1986 resultó herido durante un operativo policial y nunca se recuperó del todo.
Vive junto a sus cuatro hijos y otros tres de su pareja en un barrio humilde, en el sector noroeste de la ciudad. No le puso precio a la recompensa que pide pero su abogado le ha dicho que tendría que rondar el 2 por ciento de la cifra que el banco depositó por error en su caja de ahorros. "Eso debe ser mucho pero no sé, no tengo idea de cuánto será", confía. Y repite una vez más lo que sintió el día que vio tantos números en su cuenta. "La verdad es que me di un susto bárbaro".
La Ciudad
