Año CXXXVI
 Nº 49.831
Rosario,
domingo  04 de
mayo de 2003
Min 11º
Máx 19º
 
La Ciudad
La Región
Política
Economía
Opinión
El País
Sociedad
El Mundo
Policiales
Escenario
Ovación
Suplementos
Servicios
Archivo
La Empresa
Portada


Desarrollado por Soluciones Punto Com





Rumania
En las tierras del conde Drácula
Del 15 al 18 del corriente se realizará en la ciudad de Sighisoara el Congreso Mundial del Miedo

Corina Canale

En la ciudad medieval de Sighisoara, en Rumania, se realizará del 15 al 18 del corriente el Congreso Mundial del Miedo. Allí nació en el siglo XV el príncipe Vlad Tepes, El Empalador, a quien el escritor irlandés Bram Stoker inmortalizó en su novela "Drácula".
Lo anunció Nicolae Paduraru, presidente de la Sociedad Transilvana de Drácula -en rumano "dragón"-, quien dijo que unos 20 expertos, locales y extranjeros, debatirán sobre el miedo en Transilvania, una de las tres grandes provincias de Rumania. En esta bellísima comarca del norte del país los expertos abordarán temas como "El temor religioso", "Antiguas historias de vampiros en Inglaterra" y "El miedo a lo sobrenatural".
Lo harán al pie de los majestuosos montes Cárpatos, continuación oriental de los Alpes, una cadena montañosa que en forma de arco atraviesa el territorio rumano desde el norte hasta el desfiladero del Danubio. Y se llevarán un original certificado expedido por la Sociedad Transilvana de Drácula -"Seguro para después de la vida"- , algo así como un salvoconducto hacia el purgatorio.
Los rumanos ya se cansaron de aclarar que el príncipe Vlad, a quién apodaban Drácula y era famoso por atravesar a los enemigos con su espada, muy poco tiene que ver con el sanguinario vampiro del siglo XIX, tiempo en que el escritor Stoker sitúa la acción de la que sería una de las más famosas películas de terror.
El escritor encontró casualmente en una biblioteca londinense la historia de este cruel príncipe, en cuya maldad se inspiró para crear un personaje del que resulta muy difícil separar la verdadera historia de la leyenda.
Esa leyenda popular de la vieja Europa viene desde tiempos remotos y era una de las creencia de los eslavos, quienes afirmaban que los vampiros era la forma que adoptaban los muertos para escapar de las tumbas y succionar con sus colmillos la sangre de la gente.
Esta creencia se profundizó durante la época de la Santa Inquisición, cuando miles de inocentes acabaron con una estaca clavada en el pecho a golpes de martillo. En su novela Drácula, de 1897, el escritor cuenta la historia de este príncipe, a quién convierte en un vampiro de Transilvania, a pesar de que el noble reinó en Valaquia.
Stoker quedó subyugado por las sangrientas campañas que emprendía Vlad, quién al vencer a sus enemigos ordenaba empalar sus cuerpos, un castigo del que deviene su apodo de El Empalador. Estos episodios que relata en su novela son los que ayudaron a crear este mito. La ira de los rumanos ante los hechos que se le atribuían a este noble, que es parte fundamental de su historia, de alguna manera fue cediendo tras la caída del muro de Berlín, cuando Rumania salió al mundo y comprobó el interés de los viajeros occidentales por conocer las aventuras de Drácula.
En Sighisoara, su ciudad natal, ninguna excursión turística deja de visitar la casa en la que nació el príncipe, y en la cercana Sibiu, famosa por sus monumentos arquitectónicos de los siglos XV a XIX, también se visita el sepulcro de Mihnea el Malo, hijo de El Empalador, quién siguió la ruta de maldad de su padre.
Y en los circuitos de turismo de Bucarest, la capital rumana, los guías reseñan la época en la que gobernó el príncipe Vlad, y se recorre el Museo de la Corte Vieja, que cobija vestigios de la ciudadela erigida por éste en en el siglo XV.
Sin duda el espíritu de Vlad El Empalador campea en el pequeño país balcánico, en especial en Transilvania, donde está el castillo que habitó el príncipe y también la estación de esquí de Poiana Brasov, conocida como Prado del Sol, con sus pistas arboladas que cruzan el macizo de Postavarul. En el ambiente natural y sosegado de Poiana Brasov el sol es un habitante permanente y el aire rico en ozono. Desde allí se visita un criadero de caballos y se realizan excursiones en carro hacia rediles cercanos.
Los que debatirán sobre el miedo no podrán soslayar en Transilvania los "ritos del entierro", que desde siempre han refrendado la actitud de los rumanos ante la muerte, donde la velación del difunto va acompañada de la costumbre del llanto, viejo ceremonial que evoca la vida que llevó el que murió y la pena que sienten parientes y amigos.
En las aldeas de Transilvania la costumbre impone que cerca de la tumba donde yacen jóvenes solteros difuntos, se planten abetos verdes con gran solemnidad, árboles que simbolizan la juventud y los logros que debían concretar en la vida terrenal.
En las cabeceras de las tumbas suele haber inscripciones y dibujos que evocan episodios de la vida y rasgos de carácter del difunto, lo que han hecho que el cementerio de Sapinta, en Maramures, sea conocido como "el cementerio divertido".
Tal vez los que se reunan para hablar del miedo tengan el valor de visitar este lugar, desoyendo lamentos y gemidos, cuando a la medianoche el viento helado de los Cárpatos se cuele en la copa de los abetos. Por las dudas, un par de ajos en el bolsillo no vendrían mal para ahuyentar conjuros.



Sighisoara será sede del Congreso Mundial del Miedo.
Ampliar Foto
Diario La Capital todos los derechos reservados