Año CXXXVI
 Nº 49.831
Rosario,
domingo  04 de
mayo de 2003
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El viaje del lector
Isla Gorriti: Olas de sol, palmeras y paz

Considero irremplazable e imprescindible estando de veraneo en Punta del Este, dedicar al menos una jornada a la experiencia de sumergirse justamente en la paz y en el contraste a lo ciudadano, y al ritmo de las playas esteñas disfrutar toda el área de la isla Gorriti.
Justamente ubicada al oeste de la península, es como un ícono o punto de referencia visual desde cualquier lugar de La Mansa. La isla podría decirse que es de pequeño tamaño, es más, se la puede recorrer totalmente en caminatas.
No es necesario ser poseedor de un yate particular para llegar a la misma. Desde el puerto de Punta del Este hay dos empresas cuyos servicios se brindan cada media hora desde la mañana hasta que el sol se adormezca en el horizonte.
Sólo lleva alrededor de quince minutos llegar a la misma, pero bien vale la experiencia de navegación para juguetear o saltar las olas, para compartir las risas y algunas emociones un tanto asustadizas de los compañeros de excursión.
Ya arribados al muelle, guías especiales orientan al veraneante con respecto a las playas y las características de cada una, a los servicios que se prestan en la isla, a las recorridas por los senderos que se pierden entre cantidades de palmares que le dan al sitio el típico encanto de cualquier isla tropical.
Nosotros siempre hemos elegido playa Honda, es la más visitada, si bien no hay extensión de arena como para permitir el baño a niños muy pequeños, es un verdadero placer flotar en la tibieza y mansedumbre de sus agradables aguas.
Además, mientras uno se esparce tomando sol, con algún refrigerio, mate en mano o con cualquier juego o lectura, es más que entretenido ver arribar la cantidad de yates que fondean en este atractivo puerto natural, provenientes de los más remotos lugares del mundo y a sus pasajeros gozar de este lugar desplegando motos náuticas, esquís acuáticos y gozando del confort de sus lujosas y pintorescas embarcaciones.
Lo imperdible, con sabor a aventura en isla desierta es salir de recorrido por la costa, alejarse de las playas y meterse entre las rocas para, bajo un sol ardiente, descubrir almejas y caracoles de formas realmente llamativas y distintas de las que habitualmente solemos hallar en las playas más concurridas.
Luego de recogidos, son el tesoro que en algún lugar privilegiado de nuestros recuerdos nos mantiene unidos al tan merecido y grato descanso del verano.
Liliana Morre de Masía


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