Laura Vilche / La Capital
El puerto local y el Sistema Integrado de Emergencia Sanitaria (Sies) se convirtieron ayer en dos lugares más donde los rosarinos registraron nuevas muestras de solidaridad para con los damnificados por las inundaciones en Santa Fe. Un tren con 17 vagones repletos de frazadas, colchones, alimentos y cloro llegó ayer a la terminal multipropósito; todo un cargamento de donaciones enviadas desde Buenos Aires por particulares, empresarios y la Unicef. Horas antes también había arribado a la terminal portuaria un camión con arvejas, agua mineral y fideos desde Mendoza. Todas esas provisiones serán hoy descargadas en un galpón por noventa scouts y un grupo de estibadores, y desde allí partirán en camiones y barcazas, a medida que lo soliciten quienes coordinan el operativo de emergencia en el castigado norte provincial. "El ministro de la producción de la provincia, Ricardo Fragueyro, nos pidió que almacenemos y clasifiquemos en el puerto local las donaciones que llegan desde distintos puntos del país. Contamos con la ayuda de decenas de voluntarios para realizar esta tarea con la que se intentará ordenar cada vez más los envíos hacia la capital provincial", explicó la presidenta del Ente Administrador Puerto Rosario (Enapro), María Herminia Grande. Como si esta iniciativa y todas las donaciones registradas desde el martes pasado en los múltiples centros de recepción fueran poca muestra de solidaridad, el Sies recibió ayer, en sólo 24 horas, 600 llamados de gente que ofreció prestar su servicio profesional y ayuda. La mitad de los mensajes fueron de médicos, enfermeros y estudiantes de medicina de la ciudad. La Secretaría de Salud municipal en forma coordinada con el Sies invitó a los agentes sanitarios a registrarse como voluntarios para brindar una mano en Santa Fe. Y la gente no se hizo esperar. En pocas horas siete telefonistas del Sies atendieron la catarata de llamados que sonaron en el 107: en su mayoría pediatras, generalistas, clínicos e infectólogos, pero también neurólogos, cardiólogos, terapistas, muchos enfermeros, estudiantes de los últimos años de Medicina y vecinos en general, la mayoría de entre 18 y 32 años. "Es increíble como responde la gente. Cuando les aclaramos que esto implica una actividad voluntaria lo dan por entendido, a pesar que algunos son jubilados y otros desocupados. Remarcan que quieren ir ya", dijo Diego Cesario, uno de los telefonistas.
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