Andrés Abramowski / La Capital
Con el hallazgo de dos cuerpos, uno de ellos de un niño, ascendió oficialmente a 19 el número de víctimas fatales en la catástrofe que afecta a Santa Fe. La cifra corresponde a las muertes oficialmente confirmadas y es, cada vez más, una formalidad. Porque al margen de la consternación que puede generar cada hallazgo, hoy hablar de muerte en la tragedia de Santa Fe es hablar de los cientos de cadáveres escondidos por la tragedia. Hasta el gobernador admitió que mientras las aguas bajen la cifra de muertos subirá.
Ya no se trata de revelar supuestas verdades que las autoridades quieren ocultar. La muerte ronda Santa Fe y todos lo saben. En forma de devastación, mientras comienzan a asomar las trompas de autos hundidos como viejos barcos. O en los rostros abatidos de muchos que sólo conservaron la vida pero perdieron todo lo demás y entienden que es morir un poco no poder volver a ver determinada foto u hojear una vez más ese libro.
También están quienes perdieron sus documentos, presentándose junto con un testigo que acredite su identidad, deberán convencer al Estado de que están vivos para poder, por ejemplo, volver a cobrar un plan para jefes de hogar desocupados.
La furia del Salado dejó en pocas horas la sensación de que todo es posible en Santa Fe. Algunos cuentan haber visto cadáveres flotando dentro de negocios inundados. Un evacuado contó que fue a un hospital a reconocer a un familiar desaparecido entre más de 50 cadáveres. Y otros afirman que cuando aparezcan todos los muertos habrá que ver cuántos se ahogaron y cuántos se murieron por balazos, ya que a la noche habría luz verde para que quienes están defendiendo sus pertenencias disparen ante un eventual ladrón y tiren su cuerpo al agua.
Tal vez muchas de estas historias resulten ser falaces, o simplemente leyendas que se van inflando de boca en boca. Pero son muchos quienes las repiten y muchos más quienes las dan por ciertas, al menos por ahora. Es que desde hace menos de una semana, ya no hay nada increíble dentro de la pesadilla que se vive en Santa Fe.
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La Ciudad
