Año CXXXVI
 Nº 49.827
Rosario,
martes  29 de
abril de 2003
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Opinión: Los unos y los otros

Alejandro Cachari / La Capital

A Dios rogando y con el mazo dando. Suele suceder. El fútbol es uno de los ambientes en los que la hipocresía encuentra terreno yermo para crecer fuerte; digno de una buena semilla. Los discursos, generalmente se dan de narices contra la realidad.
Cualquiera que escucha hablar a César Luis Menotti o a Carlos Salvador Bilardo podría sacar la conclusión de que son dos personajes muy distintos. Uno, Menotti, bohemio, amante de los talentos, poco afecto al dinero. Otro, Bilardo, eficientista, con tendencia a valorar sólo las utilidades de un negocio y/o equipo de fútbol. Eso parece.
El discurso socialista de Menotti es casi conmovedor. En lo político, lo de Bilardo es tan confuso que no genera ninguna sensación. Pero los hechos contestan por ellos.
Hace pocos días el ex campeón del mundo con la selección en el 78 le reclamó a Central una deuda de 480.000 dólares que incluye el total de las prestaciones pautadas sin descontar un solo centavo a pesar de haberse ido mucho antes del club. ¿Qué hubiera pasado si el contrato era por utilidad? El negocio de los canallas, llámese puntos, hubiera sido malo; el de César mucho peor.
No es que Menotti no tenga derecho a cobrar. Simplemente se pregunta, ¿tan efímero era el amor por la camiseta de toda la vida como para poner al club en un aprieto semejante?
Las condiciones en el fútbol son diferentes. Nadie podría defender los derechos del entrenador desde los artículos de un convenio colectivo de trabajo. Más allá de que exista. Es que las condiciones, las astronómicas sumas de dinero, escapan a cualquier lógica. Pero el amor se demuestra amando.
"Primero vamos a jugar estos nueve partidos y después hablamos de plata". Esa fue la frase de Bilardo cuando se sentó para darle el sí a su querido Estudiantes. Cuentan que se destinaría parte de su futuro salario para entidades de beneficencia.
Al lado del DT campeón del mundo en el 86 estarán la Bruja Verón (Juan Ramón), el Bocha Flores y Daniel Romeo. Desde el exterior, los hijos de Verón y Romeo, también Martín Palermo, prometieron su aporte para sacar al club de la incómoda situación que padece.
El tema será en el torneo que viene. Por ahora no hay inconvenientes de promedio.
Sin incorporaciones, sin salario, pero con un auténtico cariño albirrojo, Carlos Bilardo comenzó a desandar ayer en La Plata su nueva etapa como entrenador.
Los resultados serán otra historia. Segundas partes nunca fueron buenas. Pero lo que intenta descubrirse es cuán diferente resulta para unos y otros el verdadero amor por una camiseta.


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