Carlos Salvador Bilardo concretó ayer su cuarto retorno como entrenador de Estudiantes, cuyos colores albirrojos lo identificaron durante toda su vida deportiva más allá de que el profesionalismo lo haya llevado a defender los de otros clubes. Otra cromática, en este caso la albiceleste del seleccionado argentino con el que supo ser campeón y subcampeón del mundo en México 86 e Italia 90, respectivamente, también son claramente identificatorias del Narigón con el pueblo futbolero. Y la tercera marca con la que se lo caracterizó fue la de la polémica, pero así, en singular, porque desde el último lustro de los ochenta el fútbol argentino penduló entre bilardistas y menottistas. La demostración de afecto que le tributó la falange pincharrata fue realmente conmovedora. Tras la presentación de rigor y una breve charla que impartió el entrenador a sus nuevos dirigidos se pasó al trabajo, que incluyó movimientos físicos y también con pelota. "Es una gran alegría y una inmensa emoción estar otra vez aquí. Uno llega y se acuerda de la época cuando comenzó, porque ve la cancha de golf donde antes era todo campo. La casa está igual. Pasaron muchos años pero otra vez estoy aquí, contento y satisfecho por el recibimiento de la gente", comentó. "Con la gente hablamos poco, a lo mejor en los aniversarios. Generalmente los mensajes son cortos, porque nos conocemos desde hace mucho tiempo. Son 30 años de mirarnos y entendernos", remarcó. Y después vinieron las preguntas. De todo tipo. Que le dieron también pie al entrenador para que pudiera deslizar recuerdos y anécdotas de todo tipo. "Ya dirigí al equipo en otras oportunidades. Y lo que se siente es que uno aquí se formó. Creo que hay un antes y un después de (Osvaldo) Zubeldía. Nosotros llegamos en el 65 y 66. Para mí, él cambió el fútbol, lo revolucionó tácticamente", su primera respuesta. "El nuestro fue un grupo, grupo. Un grupo en serio, para toda la vida. Y seguimos de la misma manera, comunicándonos casi a diario entre nosotros como cuando salimos campeones intercontinentales", refirió. "Por eso es significativo, es lindo poder estar acá. A mí me gusta. Es como estar en mi casa. Acá solíamos pasar 8 de los 12 meses del año concentrados. Y así durante cuatro años", agregó. Ya volviendo a la actualidad, Bilardo se refirió al plantel del que dispone y en ese aspecto remarcó que "el primer día se trata de que se distiendan un poco. Son chicos jóvenes, muy jóvenes, a los que hay que aflojar porque hay mucho respeto todavía y eso obstaculiza la comunicación. Eso se logrará con el tiempo. Necesitamos conocernos muchísimo más", enfatizó. "A Estudiantes ya lo había visto jugar. Sé lo que tiene y lo que nos espera. Además sigo su campaña. Donde esté pregunto cómo va. No me gusta ir a la cancha, pero estoy informado. Creo que este plantel tiene chicos buenos con cuyo entusiasmo se saldrá adelante", afirmó. En cuanto a su permanencia en el club, anticipó que firmará contrato "por un año. Pero nos quedaremos lo que sea necesario, porque en fútbol nunca se sabe". Respecto de su estilo, destacó que "innovaciones tácticas hay, pero uno tiene que arrancar por lo teórico, porque no hay tiempo para desarrollarlas en la cancha. Y eso se consigue en seis o siete meses. Y si se tiene la suerte de pasar la barrera, ahí se puede modificar algo. Si no es muy difícil", aclaró. Carlos Bilardo ya puso manos a la obra. Volvió a dirigir y en Estudiantes. Asoma como el mismo de siempre, pero con 20 años más de experiencia y sabiduría. (Télam)
| |