Año CXXXVI
 Nº 49.803
Rosario,
sábado  05 de
abril de 2003
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Guerra en el Golfo. La Cruz Roja asiste a los capturados durante la ofensiva aliada
Los familiares de los prisioneros iraquíes viven también su drama

Beatriz Lecumberri

Um Qasr. - "Hoy voy a pedir a Dios de nuevo que me devuelva a mi hijo", afirma tristemente Ismail Kazem, a las puertas del único campo de prisioneros de guerra del sur de Irak, donde acude cada mañana desde hace diez días como otras muchas decenas de personas para tener noticias de los detenidos. Su hijo Yodat, de 19 años, es soldado y fue capturado en combate en la ciudad de Nasiriya (suroeste). "Parece que estaba acorralado y se rindió", explicaba su padre, también ex militar, que no sabe a ciencia cierta si Yodat está herido y ni siquiera si se encuentra realmente en este gran campo, donde según la Cruz Roja hay más de 3.000 prisioneros.
Junto a él, otros muchos padres, hermanos, tíos o esposas de iraquíes capturados por las tropas británicas y estadounidenses acuden cada día a las puertas del campo, donde esperan durante horas bajo el insoportable sol que alguien les confirme que la persona que buscan se encuentra dentro y está en buen estado de salud. "Hace cuatro días se llevaron a mi marido y a mi hermano de nuestra casa en Al Jabjus (sur). Son civiles. ¡Le juro que no han hecho nada!", exclama Fadila, de 40 años, que ha abandonado a sus cinco hijos para venir aquí y tratar de obtener alguna noticia de parte de los militares.

De política no se habla
La mayoría de los familiares de los detenidos cuentan historias similares para intentar demostrar la inocencia de sus allegados que según ellos, fueron presos "injustamente". No obstante, responden con una risa huidiza cuando se les pregunta si podrían jurar que sus seres queridos no pertenecen al partido Baas o a una milicia pro-Saddam. "No queremos hablar de política. Es demasiado peligroso. Sólo deseamos que nos den los nombres de las personas que están presas dentro, saber que están bien y después nos marcharemos", explica Alí, que viene a buscar noticias de su sobrino, de 25 años, preso cerca de Basora, cuando conducía su taxi.
Todos los días a mediodía, un militar británico acompañado de un intérprete explica a las familias que la responsabilidad de los prisioneros de guerra recae en la Cruz Roja y que los militares no pueden darles los nombres de los detenidos. No obstante, la organización no tiene todavía una oficina en el sur de Irak y se limitan a cruzar la frontera con Kuwait diariamente para misiones puntuales. Este hecho reduce a cero las posibilidades de que estas familias reciban alguna noticia de sus seres queridos. "Se nos parte el alma de ver a esta gente todos los días esperando noticias pero la Convención de Ginebra es clara: la Cruz Roja trabaja en el campo identificando y registrando a cada prisionero y se pondrá en contacto con las familias", afirmó sin poder revelar su identidad.
Pero las mujeres, completamente vestidas de negro y con el rostro tapado ante la presencia de extraños, no entienden las explicaciones. Hace días que esperan alguna noticia y rodean desesperadas al capitán, sollozando y tendiéndole papelitos con el nombre de la persona que buscan.
Según explicó Tamara Al Rifai, portavoz del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), se "está estudiando el método más apropiado para informar a las familias de los prisioneros" del lugar y estado físico en que se encuentran sus seres queridos. Según Al Rifai, el trato que se da a los civiles y a los militares iraquíes capturados es el mismo, a pesar de que los primeros no son propiamente prisioneros de guerra, denominación que abarca solamente a los "militares, milicianos o grupos de resistencia capturados en zonas de combate en una actitud beligerante". (AFP)



Una enfermera atiende a un herido en Bagdad.
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