Son muchos los intelectuales y académicos que intentan entender y explicar lo que está sucediendo en la actual crisis iraquí. El politólogo francés Gilles Kepel, autor de "La Yihad. Auge y declive del islamismo", es uno de los que desde el terreno han analizado mejor las causas del fenómeno islamista y sus consecuencias a nivel mundial. Por ello, y a pesar de haberse escrito antes del 11 de septiembre, su libro se ha convertido en un best-seller en muchos países.
Para explicar sus ideas y debatirlas con académicos españoles, Kepel visitó recientemente la Universidad Autónoma de Madrid, donde tuvo la oportunidad de comprobar que a ambos lados de los Pirineos el interés por la crisis iraquí es igual de intenso, como lo es también la opinión pública antibelicista.
En estas reuniones el tema principal de debate fue por qué Estados Unidos pretende ahora atacar Irak y deshacerse de Saddam Hussein. La explicación de Kepel fue clara y precisa: "El ataque a Irak es consecuencia directa del 11-S, y representa el intento de terminar con una situación de inestabilidad regional favorable al surgimiento del terrorismo y garantizar que el petróleo se encuentre en un área estable".
Según Kepel, la inestabilidad para el gobierno de Estados Unidos está representada por el terrorismo y la amenaza a la seguridad israelí. Otra de las cuestiones discutidas fue por qué se llegó a esta situación. Para Kepel, la explicación a este interrogante también es concreta. "En 1979 se abre en Medio Oriente una «caja de Pandora» con la Revolución Islámica del ayatollah Khomeini en Irán". Ese mismo año, la URSS invadió Afganistán y EEUU perdió un considerable peso estratégico en la región, sintiéndose amenazada por el expansionismo soviético hacia el sur petrolero del Golfo Pérsico. Como consecuencia, la administración del presidente Ronald Reagan apoyó y financió por un lado al régimen de Hussein -para que iniciara una guerra en 1980 contra el Irán de Khomeini- y por el otro a los "freedom fighters" o mujahidines afganos contra la ocupación soviética hasta su retirada en 1989.
Las nuevas reglas de juego
A finales de los años 80 los objetivos estratégicos americanos se cumplieron, la Revolución Islámica fue frenada y la expansión soviética no sólo fue contenida sino que la URSS terminó por desaparecer. Apenas un par de años después, Saddam Hussein ocupó Kuwait y, en un rápido escarmiento, EEUU -legitimado por la ONU- determinó las nuevas reglas del juego en el sistema internacional. Pero, según Kepel, esta "falsa ilusión de paz" en la década de los 90 "no permitió a EEUU visualizar las señales de alarma de lo que pasaba en la Península Arábiga".
Puertas por cerrar
El 11-S fue para la administración Bush un recordatorio de que había "demasiadas heridas abiertas en Medio Oriente que debían ser cerradas". La presencia de tropas norteamericanas en tierra sagrada musulmana no fue nunca bien vista por gran parte de los saudíes, a pesar de que EEUU había colaborado en la cruzada de Afganistán contra los soviéticos. Al contrario, el abandono de los viejos aliados por parte de George Bush padre generó un sentimiento de traición que fue saldado con creces diez años después de la Tormenta del Desierto de 1991.
A la luz de los acontecimientos del 11-S, Kepel concluye que "EEUU ya no puede apoyarse en Arabia Saudita porque la alianza ya no es confiable para los intereses americanos", por lo que un nuevo gobierno iraquí proestadounidense es lo que Bush necesita para garantizar tener pie firme en el Golfo Pérsico. "El 11-S tiene que ver con Arabia Saudita y no con Palestina, a pesar de las declaraciones de Bin Laden", expresó Kepel al tratar el tema árabe-israelí, al que considera otro de los dossiers que EEUU intenta dar por terminado.
El fracaso del proceso de paz iniciado en 1991 permite que "las guerrillas que en los 90 se inspiraron en la resistencia afgana y fracasaron en Argelia, Chechenia o Egipto, busquen en el terrorismo una táctica que no necesita apoyo de las poblaciones musulmanas", aunque sí una excusa para su actuación. Kepel asegura que Irán fue el factor que desestabilizó por completo la estrategia norteamericana en 1979, y continúa siendo por lo tanto otro de los capítulos que deben ser cerrados, más allá de que la población iraní no vea con malos ojos la intervención de EEUU en la región.
Por lo tanto, los objetivos de la administración Bush, según Kepel, son: en primer lugar, "cerrar la caja de Pandora que se abrió en 1979 con la Revolución Islámica de Irán" y, en segundo término, "dar en Irak un golpe de efecto para integrar a la región en un mundo globalizado pero bajo la hegemonía norteamericana". De esta manera se podría avanzar en la resolución del conflicto árabe-israelí y eliminar de raíz el caldo de cultivo para los grupos terroristas.
\(*) Licenciado en Ciencia Política de la UNR y docente de Relaciones Internacionales de la misma universidad; investigador del Departamento de Estudios Arabes e Islámicos de la Universidad Autónoma de Madrid