-¿Notaste otro ánimo en los preparativos de la ceremonia de los Oscar a causa del conflicto con Irak? -Lo que noté fue una hiper seguridad en los alrededores del teatro Kodak. Desde agentes del FBI, policías y seguridad contratada por la Academia hasta helicópteros silenciosos y bomberos. La zona quedó prácticamente vedada al público y hay un circuito cerrado de TV que rastrilla el área. El control es muy férreo y esa es la diferencia con otros años. Si existe un ánimo en baja realmente no se nota, porque hay 1500 personas trabajando para esta entrega y están a full. Claro, hay mucho dinero en juego y entonces nadie se puede dar el lujo de desatender detalles. En los días que yo estuve en Los Angeles todo estaba previsto para una ceremonia normal, y la confirmación en las últimas horas de que la fiesta se hacía, aunque sin alfombra roja, no hizo más que ratificar todo lo que vi. -¿Creés que la falta de alfombra roja es una pose? -En realidad, que no esté la alfombra roja no afecta a la ceremonia en sí, sino que afecta al show paralelo y al mundo de la moda, que es el circo más importante fuera de la transmisión. Entre los actores había dos tendencias muy claras, aquellos que están en contra de la guerra, con todas sus declaraciones y quienes no hacen ninguna declaración sobre el tema, es decir que no están contra la guerra. Esta división fue clara y evidente, por eso la Academia entendió que la alfombra para algunos podría convertirse en una provocación. -¿La ceremonia debió haberse suspendido, postergado o está bien que se haga? -Me guío por la historia: en 75 años nunca se suspendió y se postergó sólo tres veces... Creo que hay demasiados intereses en juego como para suspender la ceremonia. No hay que olvidar que la industria del cine en los Estados Unidos es una de las tres fuentes de ingreso más importante; tiene voz y voto y la Academia pisa muy fuerte... -¿Qué pensás de los nominados? -Estuve en el almuerzo que la Academia brindó a los más de cien nominados en un hotel de Beverly Hills, y los noté distendidos. Había una especie de guiño tácito hacia "Chicago", como si ya fuera la ganadora, y un respeto reverencial hacia Martin Scorsese. Nicole Kidman es muy linda y fría, y es tan alta que sobresale sobre las demás actrices como una jirafa en la alfombra. Más linda y alcanzable es Julian Moore. Renee Zellweger está por demás de reducida y es muy tímida; la más simpática y que aman todos es la actriz negra de "Chicago", Queen Latifah, una verdadera ídola. Hay que entender que los artistas en Estados Unidos son intocables y que la gente no los ve en cualquier lado, porque siempre andan rodeados por una custodia increíble, como si fueran jefes de estado. -¿Creés que va a ser una fiesta deslucida o el glamour va a vencer la tensión que provoca la guerra? -A la hora de la verdad, es decir cuando una estrella como Nicole Kidman o Catherine Zeta-Jones, ingrese al teatro Kodak, el glamour está asegurado. Eso pasó siempre y también va a pasar ahora.
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