Año CXXXVI
 Nº 49.783
Rosario,
domingo  16 de
marzo de 2003
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El estigma del arco
Palos abrió la puerta para el empate rojo

José M. Petunchi / La Capital

Cuánto le cuestan las cosas a Newell's. Parece mentira, porque todo lo bueno y lo malo que hubo en el partido corrió por cuenta de los rojinegros. A punto tal que los dos goles de Independiente llegaron por fallas garrafales de los leprosos. Otra vez. Al igual que ante River y Talleres. Y en los dos tantos de anoche tuvo una activa participación el arquero Luciano Palos, justamente el elegido por Héctor Veira para reemplazar a Passet, que dejó el equipo por bajo rendimiento.
En resguardo de Palos hay que decir que en el primer gol, una cuota importante de responsabilidad se la lleva Sebastián Domínguez, quien intentó bajársela con el pecho al arquero y no hizo más que introducirla en su propia valla, cuando Palos se la había pedido en la soledad del área.
En el segundo no hay excusa. Aunque se intente, no hay manera de exonerarlo. Es cierto que Domínguez primero no pudo con la peinada de Silvera ni que Ré pudo evitar el cabezazo en el borde del área chica de Pusineri, pero el mayor peso recae sobre Palos que no pudo contener una pelota que se le escurrió como agua entre los dedos.
"Lo noté muy nervioso", dijo el Bambino al final del partido fuera de micrófono. Y esto no es un dato menor, puesto que este cotejo fue la antesala del clásico ante Central y una prueba de fuego para saber si el arquero se ganaba el lugar para el clásico.
Tras esos 15 minutos fatales, el nerviosismo y el fastidio del arquero fueron tan marcados que cuando se retiraba de la cancha al final del primer tiempo habría arrojado a la platea los guantes y la remera con que estaba atajando, como despidiéndose del público. De hecho hubo un fuerte rumor que llegaba de vestuarios en el entretiempo que hablaba del cambio del arquero. "Ni loco salgo", disparó el 12. Pero más allá de esto, el Bambino tuvo que utilizar el, a esta altura, famoso inflador anímico para devolverlo en condiciones propicias para afrontar el segundo tiempo. "Lo trabajamos mucho en la parte anímica en el entretiempo. Dos veces le pregunté cómo se sentía y me dijo que bien, por eso dejamos que siguiera", argumentó el entrenador.
El DT lo sacó a Passet y se la jugó por Palos para enfrentar a Independiente. Y el arquero se transformó en el involuntario responsable de los goles rojos. Ahora de cara al clásico, el Bambino tiene que resolver nuevamente la encrucijada que se le presenta en el arco.


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