Año CXXXVI
 Nº 49.762
Rosario,
domingo  23 de
febrero de 2003
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Panorama internacional
Modelo musulmán

Alberto Galeano

Siempre los kurdos. Lo sabe bien Saddam Hussein, a quien se acusa de desatar un genocidio en el Kurdistán iraquí, en 1988, donde murieron unas 182.000 personas en seis meses, afectadas por sus gases venenosos, y también lo comprende Turquía.
Por eso, el maldito dinero es sólo una de las razones por las cuales el gobierno turco duda en autorizar el despliegue de tropas estadounidenses en su territorio para un posible ataque contra Bagdad.
El otro motivo es que los kurdos iraquíes no ingresen a Turquía si las tropas aliadas avanzan hacia la capital iraquí para derrocar a Saddam Hussein, ni se beneficien de una eventual ayuda militar estadounidense como ocurrió en la guerra del Golfo, en 1991.
De todos modos, el primer ministro turco, Abdalá Gül, admitió que se está cerca de lograr un acuerdo con el gobierno de George W. Bush, y prometió que la iniciativa será discutida el próximo martes por el Parlamento.
Mientras Washington ofrece 26.000 millones de dólares (6.000 millones en ayuda directa y el resto en créditos), Ankara solicita unos 36.000 millones de dólares (10.000 de ellos en ayuda directa), para que la economía de este país musulmán no se resienta ante una eventual guerra.
El uso de las bases militares turcas es vital para Estados Unidos, ya que desde allí se abriría un frente norte en Irak que, según los analistas, aliviará la presión defensiva iraquí en el sur del país.
Saddam también está preocupado por los kurdos, ya que con sus 23 millones de habitantes constituyen la nación más grande del mundo sin territorio propio, establecidos en el este turco, el norte de Irak e Irán.
En Irak constituyen entre un 15 y un 20 por ciento de la población y luchan por su independencia, aunque el presidente iraquí les ha asegurado que podrán seguir beneficiándose de cierta autonomía si mantienen su neutralidad ante un eventual ataque de la Casa Blanca.
Turquía, que quiere hacer bien los deberes económicos con la finalidad de ingresar a la Unión Europa, abolió en agosto pasado la pena de muerte y legalizó las transmisiones de radio y televisión en kurdo.
Uno de los beneficiados por la abolición de la pena de muerte fue el líder del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), Abdullah Ocalan, a quien Ankara responsabiliza por la muerte de unas 30.000 personas, entre la década del 80 y del 90.
El gobierno turco mantiene una posición indecisa ante el conflicto iraquí, debido a que teme que el derrocamiento de Hussein provoque la posterior formación de un Kurdistán independiente, posibilidad que fue rechazada por el gobierno estadounidense.
Beneficiado por la Organización del Atlántico Norte (Otán), que aprobó recientemente el despliegue de aviones radares Awacs, misiles defensivos Patriot y equipos para prevenir un ataque químico de Irak, Ankara reclama ahora una compensación económica por los efectos de una posible contienda.
Y es que Turquía asegura que sufrió grandes pérdidas tras la primera guerra del Golfo, por lo que reclama que Washington deje de lado la línea dura del presidente George W. Bush de no ayudar a países con problemas económicos.
La eventual guerra en Irak afectará el turismo turco y la economía de ese país, considerado en muchos aspectos un modelo musulmán por los propios estadounidenses.
Según el analista Paul Blustein, del diario The Washington Post, "el país está tambaleando bajo el peso de una deuda que equivale a su producción anual, y los economistas están preocupados de que el gobierno sea incapaz de mantener la disciplina financiera necesaria para evitar un default".
Durante el gobierno del ex presidente Bill Clinton, Turquía se vio favorecida de ayuda financiera junto a otros países del sudeste asiático y acordó políticas de saneamiento fiscal con el Fondo Monetario Internacional.
Pero el problema no es sólo financiero. Oficiales turcos insisten en que sería importante que un comando de tropas turcas participará en una operación en el norte de Irak, con la finalidad de garantizar que los kurdos iraquíes no ingresen al territorio turco.
Turquía teme que el PKK se beneficie recibiendo armas como ocurrió en la anterior guerra del Golfo.
Para reprimir a los kurdos, Hussein recurrió a las armas químicas, así como Winston Churchill recomendó en 1921 utilizar gas mostaza para sofocar una rebelión en Irak, país que recién obtuvo su independencia en 1932.
"Estoy totalmente a favor de utilizar gas venenoso contra tribus de salvajes", dijo Churchill, cuyo país diseñó las fronteras del actual estado iraquí.
Si fracasan las negociaciones con Turquía, Estados Unidos tiene otras opciones como es el caso de Rumania, donde llegaron recientemente aviones de transporte y militares estadounidenses.
Así, Bush y sus aliados se preparan para una guerra "preventiva" que parece inevitable, una guerra repudiada por ejércitos de niños, trabajadores, políticos, artistas e intelectuales que recorren todo el planeta con un mensaje antibelicista.


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