Año CXXXVI
 Nº 49.753
Rosario,
viernes  14 de
febrero de 2003
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Editorial
Sida: se abre otra esperanza

En muchas ocasiones, y como consecuencia del acostumbramiento provocado por la constante exposición a las noticias de su existencia, pareciera que la gente olvidara a la enfermedad que proyectó su sombra sobre las dos últimas décadas del siglo veinte. El sida, ese moderno flagelo, se ha convertido en un compañero cotidiano de todos. Y su presencia no sólo costó muchas vidas, sino que ha obligado a la modificación de hábitos y conductas. Donde existía la libertad, súbitamente se instaló el miedo. Ello, claro está, dentro de las sociedades cuyo nivel material e informativo les permite enfrentar a la peste con las herramientas mínimas que garanticen la profilaxis. En Africa -continente signado por la miseria, las guerras civiles, el hambre y el analfabetismo- los estragos que causa el sida son incontables. Por esas razones, siempre vinculadas con el dolor de los hombres, es que cualquier avance científico que permita combatirlo es recibido con esperanzas.
Datos provenientes de Francia han abierto otra ventana que permite la entrada de la luz en una habitación en penumbras. Una nueva vacuna terapéutica ha sido aplicada a un grupo de pacientes y los resultados iniciales resultan alentadores. Una cuarta parte de los inoculados, al menos, ya ha logrado interrumpir el severo tratamiento. Contrariamente a la vacuna preventiva, cuyo objetivo es impedir una infección futura, la llamada vacuna "terapéutica” procura ampliar las reacciones de defensa inmunitaria del organismo.
El momento en que se presenta esta posibilidad es sumamente oportuno. Sucede que, revirtiendo una tendencia epidemiológica que se verificaba desde 1993, se ha observado por primera vez en una década un aumento de casos del mal en los Estados Unidos. Dicho incremento sería consecuencia directa de la falta de precaución, disparada por el acostumbramiento ya mencionado. "Estamos hablando de un padecimiento letal, para el que no hay cura", dijo un funcionario de salud norteamericano. Y no por obvias, sus declaraciones carecieron de contundencia.
La lucha contra el sida será larga y costosa. Y su resolución favorable se erige en uno de los principales desafíos que como especie ha debido afrontar el hombre. Ojalá que el futuro permita reafirmar las expectativas abiertas anteayer y dar vuelo a un optimismo anclado en fundamentos sólidos.


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