A menudo la población olvida algunas previsiones elementales con las variaciones del clima y, consecuentemente, se sorprende cuando sufre alguna afección, sea esta una mínima alteración de presión arterial o alguna seria complicación que obligue a la internación hospitalaria. Precisamente, en estos días, el verano ha comenzado a impactar con temperaturas extremas y no hay familia que no haya tenido a un integrante al menos con síntomas preocupantes. Generalmente son niños y abuelos, a raíz de que poseen menores defensas. Y entre los más frecuentes se encuentran la deshidratación y la lipotimia. Los signos de deshidratación son el vómito, el mareo y la diarrea, y para evitarlos se requiere beber al menos dos litros de agua al día; mientras que la lipotimia -un desmayo leve- se manifiesta por una sensación de vértigo, debilidad, palidez, y para la misma los médicos recomiendan refrescar la cara con agua fría y aflojar la ropa. Otra de las enfermedades comunes del verano es la conjuntivitis; pueden ser de características irritantes, como consecuencia de los rayos solares, o de infecciones virales, muy contagiosas y que se pueden transformar en una epidemia. Por ello es importante en la familia evitar el contacto físico y utilizar materiales descartables. Los padres, por lo tanto, deben tener muy presentes las instrucciones, impartirlas y prevenir constantemente, hasta que queden incorporadas en los hábitos de la casa. Y fundamentalmente prestar estricta atención a los lactantes, manteniéndolos en ambientes frescos, con ropas livianas e hidratándolos permanentemente. Tampoco deben olvidar para evitar descompensaciones ingerir comidas sanas -verduras, frutas, pescados- o alimentos ricos en potasio, como caldos salados, cítricos y bananas. Desde luego, no exponerse al sol desde las 11 hasta las 16, en especial los adolescentes, quienes suelen buscar obsesivamente mantener el bronceado de su piel. Y si deben hacerlo por razones laborales, cubrirse la cabeza. El esfuerzo físico también debe ser medido. El golpe de calor puede ser consecuencia de ejercicios violentos en lugares muy calurosos o el clásico, que sufren los ancianos -insuficiencia renal-, por lo cual se deben controlar la orina y la función renal. Tener presentes las recomendaciones o buscar información profesional ante la menor duda puede evitar complicaciones graves. Y, básicamente, sobrellevar el período estival -duro, pero apto para el disfrute- en un estado de armonía física y mental.
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